"Todos somos"... Jesucristo (Un giro de moda)

Estamos viviendo la Semana Santa. Es decir, la conmemoración de la muerte de Jesucristo. La cultura cristiana ha conseguido sobreponerse a la marcas del trabajo, y en muchos lugares se disfruta de las vacaciones de Semana Santa.

Se ha puesto de moda explotar la muletilla "todos somos", para mostrar la indignación por esos crímenes horrendos perpetrados en tantos sitios del mundo.

Hace dos mil años, se decidió de una forma arbitraria la muerte de un justo. "No encuentro culpa en él", confesaba Pilato ante las acusaciones de los judíos. También los evangelios nos narran el pensar del  pueblo durante la vida pública de Jesucristo, yendo de aldea en aldea: "Todo lo hizo bien".

Pues esta es la tarea de los cristianos en esta Semana Santa. Si bien no hace falta salir a las calles gritando con carteles "todos somos Jesucristo", deberíamos sumarnos al fervor de esta celebración en cada una de sus muy variadas manifestaciones religiosas conservadas por las tradiciones de cada pueblo. 

Deberíamos gritar en silencio en esta Semana, "sí, yo también soy Jesucristo", al acudir a las procesiones y a los oficios celebrados con una liturgia especial en cada caso.

Porque de eso se trata el camino de los cristianos: identificarse con Cristo, transformándonos en él al recorrer el camino de esta vida que nos lleva al triunfo definitivo, la resurrección, pasando y pisando tantas veces el Calvario de las contrariedades y del dolor.

De ahí, nace la alegría, aunque duela a veces. La muerte del justo nos debe doler. Por eso nos unimos ante esa condena injusta, la más injusta de las habidas en la historia de la humanidad, con ese "yo soy Jesucristo", con la alegría de quien se sabe el final de la historia del sufrimiento: la felicidad absoluta, sin ningún tipo de sombras.