El reino de la mentira: 666



El así llamado "príncipe de este mundo", se llama con un número: 666.






Estamos viviendo en el reino de la mentira. El "príncipe de este mundo", gracias a la velocidad de transmisión de las noticias, puede llegar en un santiamén de un extremo a otro del mundo.

Se mueve en su salsa gracias a las nuevas tecnologías. El sistema digital lo domina al dedillo. Los "algoritmos" son su fruta preferida. Países enteros, junto con sus gobiernos y los expertos en tecnologías, no vieron las tramas usadas por Cambridge Analytica, con capacidad de influir con sus "datos" prefabricados, la suerte o la desgracia, según se mire, de millones de ciudadanos.

Llevados de su buena fe, votaron por su opción preferida, sin saber, en el caso del Brexit, la manipulación de su entorno de información, y, en el caso de las elecciones en Estados Unidos, la presentación adecuada a sus creencias para decidir el voto por una "derecha alternativa".

En el fondo, late una teoría harto conocida por psicólogos e investigadores de la comunicación: la gente tiende a creer lo que le conviene creer. Es la "teoría del reforzamiento", en boga desde la década de los 60. 

Parte del problema radica en esa falta de firmeza de los investigadores en esas mismas teorías manejadas en sus trabajos. Las conocen, pero no "hacen" nada con ellas. Hasta que surge un torbellino como Christopher Wylie, de 28años, canadiense, una especie de self made man en tecnologías digitales y funda con Steve Bannon Cambridge Analytica en 2013.

Nadie se había dado cuenta hasta que él mismo descubre al mundo la trama de esta compañía. Ocurre lo mismo con Facebook. Nadie sabe a ciencia cierta el destino y la utilización de los datos (big data) obtenidos por ingenuos clientes, como usted y como yo, que proporcionan con sus perfiles la materia de sus negocios millonarios, cuya magnitud en sus ingresos sobrepasan el PIB de los Estados, ni se tambalean siquiera  con una pérdida cercana al 20% del valor de sus acciones en un solo día,  y deciden en las sombras los destinos de millones, por encima de la ley y de la moral.

Como decía Shakespeare, "algo está podrido en el estado de Dinamarca". Pero hoy, el estado de Dinamarca es el mundo. Los  expertos ni siquiera detectan el "olor a podrido" de tanta corrupción incorporada en las transacciones diarias. 

Ha sido el propio Christopher Wylie, un joven con el pelo pintado de rosa, vegetariano y gay, según él mismo confiesa, quien nos ha contado la historia telúrica diseñada con su trabajo en los centros  de su empresa, cuyas vibraciones se han sentido por todo el mundo. 

El "príncipe de este mundo", que no tiene nombre y se le conoce con un número,  se mueve como un pez en el agua al amparo de  estas tecnologías de "dígitos" Los "datos" son como la "electricidad", dice Wylie.  Y añadimos: Si no se conecta uno a esos flujos se queda a obscuras. Y si se conecta, también. Es (o parece) diabólico.










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