Decadencia en política: causas, y el multiculturalismo de Sartori


La izquierda política de muchos países occidentales, no encuentra su rumbo. Los ciudadanos, cansados de esperar una opción atractiva para sus demandas de trabajo, salariales, educativas, de salud y de pensiones, han optado, debido a su creciente desencanto, no votar o hacerlo en un porcentaje casa vez menor.

Los jóvenes, descontentos con la marcha de la sociedad y de la política, aspiran a ver plasmadas reformas radicales en la visión de futuro y  funcionamiento del conjunto de factores que afectan sus vidas: desde el empleo, el salario y el tiempo libre para vivir su vida.

La derecha no acaba de satisfacer a muchos, y, en su afán de mantener el poder ha perdido aquellos valores de antaño que le dieron fuste, especialmente todo lo referido a la ideología relativa a la "igualdad de género", el "aborto" y los valores cristianos en general, tanto en los sistemas educativos como en su vertiente familiar y social.

Medran, sin embargo, en medio de la insatisfacción ciudadana, partidos radicales en su concepción de la vida y las relaciones sociales. Tanto la derecha a ultranza como la izquierda de cuño marxista leninista, tienen en común en su lema, el ataque al hombre por el hombre. Me explico: en el radicalismo de la derecha, se quejan de los abusos cometidos por el hombre en contra del hombre (en los países, los abusos terroristas de inmigrantes, etcétera). Y en el radicalismo de izquierdas es al revés: el hombre explota al hombre.

La libertad  sin medida,  una herencia decimonónica para la izquierda, siempre encontrará opositores convencidos de encauzar los desplantes, del signo que sean,  según la cultura del lugar. Abogar por la "diversidad", como hace el politólogo Giovanni Sartori, fallecido el lunes pasado a los 92 años de edad, cuando habla de multiculturalismo. Mientras la concreción del camino a seguir se define en las urnas, se ha visto que, el fracaso de la política se debe a su postergar el hombre.

Lo "diverso" per se acepta lo que hay en un sistema político en un momento determinado, y las mayorías se encargan de elegir entre las opciones habidas. Pero la libertad del hombre no se dirime en las urnas, aunque quizá sea este el mejor camino para lograr una convivencia aceptable, sino el los fines del hombre, que deben iluminar siempre el camino a seguir en cualquier sistema político.

Por ejemplo, la verdad se buscaba y los hallazgos se discutían en la Escuela de Traductores de Toledo del siglo XIII entre los intelectuales de procedencia hebrea, árabe y católica. Las contribuciones, notables por parte de todos, enriquecieron la vida de su tiempo y de siglos posteriores. No se trataba de cambiar la vida de nadie, sino de hallar, cultivando el diálogo, la espiritualidad de Avicena con las tesis de Tomás de Aquino, por ejemplo sobre la "naturaleza" humana.

La verdad del hombre es algo muy distinto de lo que el hombre piensa. El predominio actual de lo que se piensa sobre la verdad, encierra, según creo, una buena parte de los problemas actuales dentro y fuera de la universidad, en las expresiones artísticas y las concreciones morales a la hora de distinguir lo "bueno" y lo "malo", el "bien común" y la "conveniencia", la "injerencia humanitaria" en los países machacados por la barbarie y el exterminio de personas inocentes (como propuso el hoy ya santo, Juan Pablo II, en la guerra de los Balcanes) y el "laissez faire" actual, por ejemplo, de la guerra en Siria, ya en su sexto año, con crímenes nefandos.

Cuando se pierde el rumbo en algún asunto, se debe mirar al hombre. También la "democracia" debe mirar la hombre si quiere conservar su esencia. No es ésta un asunto de mayorías solamente. Es, si debe conservar su valor, un camino, siempre haciéndose, hacia la búsqueda de la verdad del hombre, en donde el respeto a las posturas razonables de los demás, confluya en un diálogo querido por todos. Por ejemplo, la "libertad de expresión" tiene un límite: el respeto a la libertad de los demás.

La educación en estos términos, tiene mucho que aportar, y serviría de paso para el saneamiento del uso de las redes sociales, tan denostadas por tantos hoy para justificar la falta de respuestas a los reclamos justos de los ciudadanos, comprometidos como personas a escuchar las posturas de quienes conviven en la polis, en la ciudad.

Entonces, sí al multiculturalismo que se centra en el hombre, no sólo en la diversidad. Y se traduce por: un sólo corazón y una sola alma, en la búsqueda de la verdad, dejando de lado la discusión que no la tiene como su fin.

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