Sin sacerdotes no hay sacramentos. ¿Nos quedan aún suficientes sacerdotes?


Los hijos, escasos, miran a la familia. Hay silencio sobre lo esencial y discusiones y abundantes horas de televisión en medio del aburrimiento.

Han quedado atrás los tiempos cuando los hijos salían a pasear con los padres por calles  y plazas. También sacerdotes y religiosos en pareja pasaban por los mismos lugares, y, al verlos  pasar, los hijos se soltaban de la mano de los padres para ir corriendo a besar la mano o el cordón atado a la cintura de los religiosos.

Asimismo, los domingos acudían a la Santa Misa todos los miembros de la familia, y los niños se fijaban en los monaguillos  porque eran más o menos de la misma edad y vestían con elegantes ropones.

No faltaba tampoco el rezo del santo Rosario en muchas familias. De esta manera los niños iban creciendo y, al llegar a los diez años, muchos hijos pedían ir al Seminario. De hecho, estos centros de formación sacerdotal solían estar llenos y era un orgullo tener un hijo aspirante al sacerdocio, ni qué decir si llegaba a obtener la ordenación sacerdotal.

Como hoy se dice, los tiempos han cambiado. La verdad no sé si esto significa algo. Sí vemos, sin embargo, menos niños en las familias, menos paseos acompañados por sus padres, sin sacerdotes paseando por el mismo recorrido, y, apenas si habrá alguna familia en donde se rece el rosario algún día de la semana, y son pocas las que acuden los domingos a Misa en familia.

El resultado, es una consecuencia de todo lo anterior. Los seminarios están casi vacíos, y son pocos los sacerdotes que se ordenan cada año.

¿Remedio? No hay una solución, excepto el prestar más atención a los más jóvenes, a sus diversiones, amigos, redes sociales a su alcance..., y, sobre todo, lograr de alguna manera un buen ejemplo, algo atractivo y bueno para los jóvenes de esa edad. Resulta muy encomiable la elección de un buen colegio donde se vivan los valores cristianos y se ayude a los padres a dar una buena educación a los hijos, además del ejemplo. 

Entonces, se consigue una cierta unidad entre la familia y el centro educativo, donde los profesores juegan también un papel determinante, por medio de cursos de formación humana y cristiana, clave de los resultados que esperamos conseguir, con alegría.






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