Esperando contra toda esperanza


El texto clásico de san Pablo, "Esperando contra toda esperanza" (Rm 4, 13, 16), ha dado pie al título de  un libro de san Juan Pablo II, Cruzando el umbral de la esperanza (1994), y ahora no cesa de citarse con ocasión del libro de Armando Valladares, Contra toda esperanza (1985), traducido a 18 idiomas, donde el autor, escritor y poeta, narra los injustos 22 años de prisión en Cuba , bajo el régimen de Fidel Castro, preso desde 1960 a 1982.

La vida de estos personajes parece ser tocada por toda suerte de contrariedades. Juan Pablo II, en su juventud durante la II Guerra Mundial, tuvo que trabajar en una cantera desde 1940 a 1944. También su trabajo se extendió a la fábrica química de Solvay y así evitar ser deportado a Alemania.

Ya siendo Papa, todos conocemos el atentado sufrido en la Plaza de San Pedro en mayo de 1981, que estuvo a punto de costarle la vida.

Asimismo, conozco a una pareja casada durante 11 años sin poder tener familia, y, según los médicos, sin probabilidades de tener descendencia. Sin embargo, durante esta Navidad supieron de un exitoso embarazo, no de una sino de dos gemelas. Sin perder la esperanza todas sus familias habían estado pidiendo por el regalo de la vida, y ahora esperan ver su rostro en el mes de julio próximo.

Estos son algunos ejemplos más o menos cercanos del valor de la esperanza. Esta es una virtud que nunca debemos perder siguiendo con el ejemplo de tantos patriarcas del Antiguo Testamento y del Nuevo. San Pablo, apenas convertido al cristianismo, supo como nadie de las dificultades de trabajar por la expansión de la nueva fe por todo el mundo. 

Y Dios sabe dar lo que conviene a su debido tiempo. Sólo debemos esperar la llegada de la vida como Abraham en su vejez, y la de María en su juventud sin hacer conocido varón.

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