La violencia en el fútbol, ¿cosa de hoy en la vida social?

Recuerdo la ciudad de Birmingham, en Inglaterra, al caer casi la década de los 60´s. Los partidos de fútbol eran peculiares. Al final del encuentro, sin importar quién hubiera ganado o cuál había sido el resultado, a la salida, se organizaba una guerra campal entre un grupo de aficionados de ambos equipos.

Esta novedad me impactó. Estos radicales, enfundados en atuendos peculiares con alguna identificación de  su equipo preferido, se esperaban con gritos y palos para liarse a golpes  sin cuento. Todos lo sabían; también la policía.  

Pero, en nuestros días, estos grupos radicales se enfrentan incluso dentro de los estadios de fútbol    y con se atacan co armas blancas y de fuego. La escalada de violencia ha subido de tono a extremos  insospechados donde se juegan la vida quienes interviene y la misma policía si trata de contenerlos.

Esa violencia inusitada ha viajado por las calles y se ha adentrado en los centros nocturnos donde poco se puede hacer para  evitar las agresiones y las peleas. Las mujeres suelen ser quienes más pierden en estos desmanes que, con frecuencia, acaban en los escaparates de las tiendas de los alrededores.

Estamos de acuerdo en que la violencia genera violencia, y los hechos dan la razón  a esta frase, hecha propia, del presidente de México López Obrador. Pero la "paz" se ha definido como la "tranquilidad en el orden". Pero sí se debe procurar y exigir ese mínimo de orden para que haya paz, y ni dejar que el desorden, provocado por una minoría siempre acabe con la tranquilidad merecida por una sociedad civilizada.

Un ejemplo, cada vez más común, que aprenden los niños y llevan a las escuelas para provocar y resolver sus diferencias, con graves consecuencias muchas veces.

Las autoridades, y los padres de familia, deben exigir este mínimo de conducta civilizada en aras de lograr una convivencia pacífica aprendida por los menores de sus mayores.