El origen de todo el mal del mundo...







Los jóvenes de hoy quieren ir por su propio carril. Se les ve en todas las algaradas y manifestaciones callejeras en primera línea. Como si se hubiera despertado de nuevo el griterío de las protestas parisienses del 69, con su lema disruptor: "Prohibido prohibir". Poco antes, en 1961, se había instalado la primera barrera entre los dos "berlines". 

Quienes dirigen la sociedad no saben exactamente qué está pasando. Lo mismo en Chile, en Francia, Hong Kong o en México.  Con su ceguera intelectual dan palos de ciego  y sigue el descontento y la provocación en las calles. Los bienintencionados se preguntan si acaso no se deberá usar un lenguaje nuevo para dirigirse a la juventud. En efecto, podríamos llamar crisis a este no saber qué ocurre y así responder de la manera adecuada.

Nos parece, sin embargo, que ese "lenguaje nuevo" se puede encontrar en algunos textos de hace 500 años. Así lo cuenta la gran Teresa de Ávila al desgranar una de sus alocuciones, quizá una de las más trascendente de su vida, y se refiere a la respuesta que estamos buscando, dada directamente por el Señor:  "... todo el daño que viene al mundo es de no conocer las verdades de la Escritura  con clara verdad(Cap. XL, Libro de la Vida), aunque necesite ser dicha en el el contexto cultural apropiado.

Pero hoy como ayer, se sigue guardando silencio sobre lo esencial, aunque lo esencial se encuentre en el silencio. Entonces, no se trata de inventar lenguajes nuevos.  Se trata de decir lo de siempre "con clara verdad".

Podemos hacer el ejercicio de discurrir sobre los males actuales del mundo antes de seguir adelante, para ver si esta apreciación cuadra con la respuesta recibida por Teresa: "Entender que todo es mentira lo que no es agradable a Mí". 

Este diálogo no es cualquier cosa, como una frase más de muchas. Se habla del amor, se habla de la verdad, se habla de agradar a Dios, temas todos cuya búsqueda han llenado la vida de muchos santos y escritores de la vida interior.

La vigencia de esta revelación nos parece sigue intacta. Por una parte, nada hay más allá de la Sagrada Escritura. Pero, como en los tiempos de Moisés, y antes, la gente se va detrás de los ídolos, llámense como se llamen. Ídolos de barro o creadores de opinión.  Hoy los media les llaman influencers. Es decir,   ésos con escaso conocimiento de la vida, pero con muchos seguidores en las redes sociales. 

En otras palabras, el mal aparece con la ausencia de bien.




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