¿A dónde ha ido a parar el oficio de periodista, sin "bien" que hacer ni "verdad" que contar?






Inseguridad, traiciones, violencia y muertes, impeachment, demandas, amenazas, mentiras, fakenews, traumas, separaciones y divorcios, pornografía, drogas, vanidad...En fin, la lista de problemas actuales publicados por los media se haría interminable.

La pregunta crucial aquí es: "¿Es verdad todo esto?" Decimos "crucial" porque lo esencial en los media es decir la verdad. Si no,  es mejor callarse. Pero, además, no algo por ser "verdad" tiene que ser contado en público. La gente tiene derecho, así, a la "buena fama". Desenterrar muertos, sacar tapujos de ayer al aire, es un falta de hombría sin medida.

Da pena transitar por la vida con esos sembradores de odio, y da pena también ver todos los días las mismas caras de asco en los media cuando sólo pretenden como presidentes sólo de una región  dividir un país que no les pertenece.

Ya está bien. ¿Acaso no hay cosas dignas que contar? Si así fuera, cierren los taquígrafos y dedíquense a otro oficio. Parecen, muchos de los periodistas de hoy  más bien "basureros" y su periódico y televisión, el camión de la basura. 

La profesión se ha convertido por elección en un muladar. Viene la Navidad, sí, pero se habla solamente del número de luces por habitante en algunas provincias, puestas a competir en algo distinto a lo esencial de estas fiestas:¿acaso todo el sentido de la Navidad no se refiere a la celebración de la venida de Dios al mundo como hombre para redimirlo y así abrirle la puerta a la felicidad.

¿Es mucho pedir hablar del bien y de la verdad, especialmente cuando tan pocos son capaces de hacerlo? La dignidad del hombre se merece clarificar la noticia más importante de la historia, esperada durante miles de años, y cantada esa venida por ángeles y celebrada igualmente por simples pastores y reyes?







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