Todo requiere de un punto de apoyo, incluso la "verdad"



Miguel Ángel, Villa Borghese




Si a la verdad se le quita su punto de apoyo, todo se tambalea. ¿Y cuál es el punto de apoyo de la verdad? La realidad. Al faltarnos, entonces, ese punto de apoyo, va a resultar más difícil levantar el mundo. Lo han conseguido. También la sociedad necesita un punto de apoyo: la familia y la ética. Sin embargo, no faltan quienes quieren destruir aquélla. Y quizá las cosas se deberían poner peor, para darse cuenta de la necesidad de la ética.

Hace unos años, se comenzó a propalar la idea del pensamiento libre, como una manera de retomar por fin la libertad. Así surgió el "relativismo". Cada quien era "libre" de pensar, y de expresar su pensamiento, como quisiera. La hidra ha cundido.

Por fin, el reino de la "opinión" abría sus puertas a todos, y se consolidaba la materia llamada "opinión pública", una especie de la familia relativista contemporánea afincada en el juego de la democracia: "es lo que se dice, lo que se lleva mayoritariamente". Por supuesto, el mundo de la política pertenece al campo de lo opinable. Sin embargo, no cae dentro de lo opinable la defensa de la vida, el respeto a la propiedad privada, y, en general, todo lo relacionado con el bien común.

Su esencia se disuelve como el vapor de agua ante la realidad. No tiene fuste sino encerrada en grandes calderas sin libertad, sometida a grandes presiones del ambiente que va y viene. Por sí misma nada es, pero concentrada en las logias del poder, sin acceso a la verdad y al bien del hombre, resuena con estridentes silbidos en las redes sociales, en los media  en los aquelarres del Nuevo Orden Mundial.

Mucho ruido..., y pocas nueces. No se trata de imponer verdades a nadie, pero sí de saber a dónde vamos y porqué. Son preguntas abiertas a España, a Europa, a Estados Unidos y los países de Asía y África. ¿Se sabe  contestar a estas dos simples preguntas? 

Por supuesto, la democracia no  es perfecta, pero nos ayuda a elegir un camino con el ánimo constreñido por la expresión: "A ver si ahora, tenemos suerte". Es decir, queremos todos un bien, pero la "ideología" tiende a ocupar ese resquicio dejado entre la "verdad" y la "opinión". El problema aparece cuando se "somete" a la opinión asuntos de suyo verdaderos y se llega a pensar que si obtiene una mayoría en el resultado se cambia el estatus de, por ejemplo, la eutanasia. 

Si un 80% aprobara esta política, entraría en vigor, sin duda alguna. Siguiendo con el ejemplo, la eutanasia pasaría a ser "legal", pero jamás sería justo, moralquitar la vida a un semejante porque así lo ha pedido  una persona. La vida no es un "derecho", sino un don dado por quien tiene la autoridad y el poder de darla.

Estos argumentos, ni otros, suelen convencer a quien no está de acuerdo con ellos. Por eso debemos recurrir al amor, que busca "comprender". Amar, en última instancia, es querer conocer, dice Ratzinger. Y se impone el "ir a más", "no quedarse en la mediocridad", conforme se va conociendo uno a sí mismo. Todo eso es posible porque la libertad nos empuja a la perfección, a ser mejores. Per aspera ad astra. Es el amor que no se conforma.










Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuando se acerca la muerte, y se piensa en el Purgatorio

La noche de las Perseidas, y san Lorenzo de Azoz

A veces se nos olvida que lo santos vivieron ---y viven--- en la tierra