Habermas dialogó con Ratzinger en 2004. Luego, se coló en nuestra discusión sobre el "muro"



Diálogo entre el entonces cardenal Ratzinger y Jürgen Habermas, 2004




El Congreso se celebraba en Dresde, ciudad alemana sita en la parte oriental del país, de casi medio millón de habitantes, a unos 200 kms. de  la frontera con Polonia y, hacia el sur, a poco más de un centenar y medio de kilómetros de Praga, capital de la República Checa. Corría en mes de junio de 2006.

Dos años antes, en 2004, el entonces cardenal Ratzinger y Jürgen Habermas mantuvieron un diálogo sobre la "dialéctica de la secularización" en la Academia Católica de Baviera.. Por no decir quién fue el ganador entre el camino recorrido por la Iglesia y su contribución al establecimiento de las normas morales, un año después (2005) el propio Habermas, con motivo de la visita del ya Benedicto XVI a Colonia, declaraba lo siguiente:

"Desde el Vaticano II la Iglesia Católica ha hecho las paces con el'liberalismo', es decir, con el Estado de Derecho y la democracia. Por lo tanto, no existían grandes diferencias entre el punto de vista del entonces cardenal Ratzinger y el mío por lo que respecta a la cuestión de los 'fundamentos prepolíticos de la democracia'. Los puntos en común abarcan también ciertas cuestiones bioéticas que se plantean hoy en día como consecuencia de los avances de la medicina, la ingeniería genética o la investigación del cerebro".

Justo después de comenzar una de las primeras sesiones del Congreso sobre Comunicación, que me tocó dirigir, entró en el recinto Jürgen Habermas, quien había dirigido la "lección inaugural" como invitado de honor. Naturalmente yo no sabía si su presencia se debía para intervenir en una polémica candente sobre un tema que él había experimentado muy de cerca, sobre el cambio operado en las comunicaciones y en la vida social de Alemania después de la unificación de 1989.

Todavía los lugareños preferían la seguridad del orden "soviético" que la "libertad" nueva, pues cada quien tenía entonces un trabajo, aunque los salarios fueran muy ajustados, para vivir en un alojamiento compartido con casi ninguna comodidad. Ahora, tenían "libertad" de ir a donde quisieran, pero con un 30% de la población en edad de trabajar, desempleada. Antes, decían, no podíamos ir a ninguna parte; ahora podemos ir a donde queramos pero no tenemos ninguna salida profesional.

En el aspecto religioso, sólo el 5% se confesaban católicos. Eso no impide para desarrollar un diálogo, si bien desde posiciones muy amarradas, como hemos visto en nuestras conversaciones con esos personajes de la calle, donde el día a día era el nervio de su posición más allá de la fe.

Desde luego, no esperaba encontrarme ahí, en la sala, con Jürgen Habermas, uno de los intelectuales más renombrados del siglo XX y XXI, perteneciente a la Escuela de Fráncfort.  Por supuesto, su presencia en la sala debería tener un porqué, y me preguntaba si yo estaría a la altura del debate universitario si Habermas decidía entrar en él. Este filósofo y sociólogo, para algunos el único intelectual vivo de más prestigio,  listo siempre para discutir con el mejor argumento amparado en las sombras de la mejor tradición racionalista kantiana.

Me acompañó la suerte y el profesor Habermas se limitó a escuchar las opiniones sobre las causas propiciatorias de la inesperada caída del "Muro de Berlín". 

Los asistentes no se pusieron de acuerdo sobre las causas. Hablaban de las "causas segundas", es decir, de las derivadas del esfuerzo de los hombres. Pero, tengo para mí que la participación del entonces Juan Pablo II en este proceso de la "caída del Muro"  fue decisiva, y se relacionaba más con la "causa primera" de las cosas. Pero esta "causa"  se apartaba del orden sociológico, tema del Congreso", y se inmiscuiría en el campo del poder de la oración en la solución de un problema cuando todo parecía  estar delimitado por las fuerzas del poderío soviético.

Ahora Jürgen Habermas acaba de cumplir los 90 años y sigue publicando. Ratzinger tiene dos años más y ha decidido no publicar más, debido, según él,  a algunos  impedimentos físicos. 

Estos dos alemanes, en ese diálogo de 2006, vertieron sus posiciones sobre la "ley natural" y la contribución de la "ley moral" al progreso de Europa, algo insólito salido de  la pluma racionalista de Jürgen Habermas.

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