No queremos ser mediocres, aunque a veces todo invita a la medianía (aurea mediocritas)

Hay una frase en el Evangelio a modo de imperativo que asombra: Sed perfectos.

En seguida asalta la cuestión: pero, ¿cómo vamos a ser perfectos si nos vemos limitados por todas partes?  La raíz de esta postura tiene una cierta raíz de pelagianismo. Por una parte, conseguir la "perfección" sin el recurso a la gracia, es locura. El hombre no puede salvarse por sí mismo. Frente al "ensimismamiento" de un querer "ser como Dios", se alza el "endiosamiento", consistente en abandonarse en la realidad de la "filiación divina", a sabiendas de que Dios todo lo puede, y que ¡él es mi Padre! 

Pero la frase no acaba ahí. Tiene todavía un peldaño más. Después de llamar a la perfección, añade:  ¡como mi Padre celestial es perfecto! Es entonces cuando el lector se queda atónito. Claro, el lector de buena voluntad piensa enseguida: Bueno, si lo dice Jesús, debe ser como para animarnos. Sin embargo, al darle vueltas a la frase, empieza a salir la luz. Si se hubiera dicho sin más, "sed perfectos", parecería como uno  de los diez Mandamientos, o el resumen de todos ellos. Entonces, la solución debe de estar en la segunda parte de la frase: "Como mi Padre celestial es perfecto", que lejos de ser una traba más, nos indica el camino.

Es decir, si nos arrimamos al Padre, la perfección es posible. Por una parte, solos no podemos; por otra, el haber sido creados a su "semejanza" nos indica que no es sólo una idea sin fundamento. Dios nos quiere tanto que nos quiere como él. No hace falta que venga el diablo a decirnos desde el Paraíso, que si le hacemos caso a sus seducciones, entonces seremos "como dioses". Ya lo somos. El hombre no ha sido creado para la "mediocridad", ese ir tirando por terrenos baldíos, áridos. No. El hombre ha sido puesto en la tierra con el único fin de alcanzar la santidad, el cielo. Por tanto, el "aburguesamiento" es el verdadero enemigo de la aspiración a ese honor

Vale la pena entonces el camino del "esfuerzo" para ir caminando pedetemptim, paso a paso, lenta y suavemente, ese camino a veces áspero hacia la virtud.

Sí, hay que estar en "forma", para ir desarrollando ese aspecto de la "naturaleza humana" capaz de llegar hasta las estrellas (per aspera ad astra). Cuesta menos este esfuerzo comparado con el de tantas horas gastadas en "lucir" más atractivo en las reuniones sociales o en las playas. Pero lo importante es el fin.

Y el aurea mediocritas, esa "dorada medianía" de Horacio, no alcanza, aunque todos digan lo contrario.






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