Sólo hay un punto de luz en el universo, que es el amor


Un punto de luz,  sólo uno. El universo entero mira a ese punto de luz. No hay tiempo, y el espacio se ha concentrado en amor.

Justo desde ese punto se ha creado todo. Sin "proferir" una palabra. Dicha en lo más íntimo, sin ruido alguno. Dura para siempre. En esa palabra todo se encierra en un presente continuo, sin fin. Sólo una palabra basta. En ella se expresa el ser mismo. Por eso, al escuchar, no hacemos  el "otro", dado en la palabra.

San Pablo nos cuenta de la importancia de este punto. Todo va a desaparecer, sometido como está a las leyes del espacio y del tiempo. Sólo el amor va a perdurar. Proviene de la eternidad y en ella permanece. 

Lo máximo permanece encerrado en lo mínimo, en ese punto. Y desde lo mínimo se gobierna todo lo demás. Ahí se decidió la santidad de cada uno como fin de la vida concedida a cada quien. Ese fin apenas ni siquiera se ha movido un ápice porque no hay espacio ni se conjuga el tiempo.

Para quienes en el tiempo están, aprovecharlo significa ir agotándolo acercándose al amor, haciéndose uno con él. En eso consiste el "don" de la libertad: en querer transformarse en amor. De otra manera, la libertad se desfigura y tuerce en su camino.

La transformación del hombre se da al encarar las cosas, perecederas como son. Por eso, encandilarse con las cosas lleva a la "nada", a una existencia fuera del punto de luz. Las cosas son "medianeras", sirven como "medio". El fin es la unión. Las cosas no unen: acercan o alejan del fin.  De su posesión nace la persistencia de las luchas, de las divisiones, de las guerras. Se aplica el cuanto más tú tengas, menos tendré yo. En éso Marx tenía razón. Pero la solución no esta en la "lucha". Se debe mirar al fin

En el fragor de la "lucha" no se da el escuchar. No interesa la verdad, grande o pequeña, del "otro". ¡Cuántos cuerpos doblegados por la espada de la "lengua" afilada o la del "metal" han quedado en el camino de la historia sin conseguir saber de la realidad, sin llegar a ninguna parte! La fortuna de cada quien, lo que de verdad encierra, se está dilapidando hoy, más que nunca, en el mercado de la mendacidad. Se dice porque se puede difundir, sin mirar si se produce un punto de luz. Así murió el poeta Goethe, gritando "más luz".

Al ir acumulando lo material se dificulta el camino porque el peso de las cosas lo impide. "Marta: Sólo una cosa es necesaria". Al vender todo lo poseído, se puede ir acercando, seguro, a la meta, pues la verdad, lejos de pesar, nos va indicando con su luz el rumbo y nos permite acompañar a quienes buscan llegar al final. Se trata de ese punto de luz, intemporal, porque no queda más espacio, que el de transformarse en el amor









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