¿Por qué se prefiere lo feo a lo bello, lo falso a lo verdadero?




Ser o no ser.



Hace no mucho, el controvertido y popular maestro de la "Comunicación", Marshall McLuhan, respondía a una pregunta inocente surgida en un auditorio repleto de personas encauzadas en la corriente de los media, donde se había hablado de la negatividad de las noticias. ¿Por qué ---cuestionaba un asistente--- las personas prefieren escuchar las noticias negativas a las positivas? 


La respuesta del canadiense McLuhan, estudioso del rol de los media en el siglo XX y provocador de quienes proponían modelos conservadores de la actividad mediática en el mundo, se inclinó por el lado humorístico, sin dejar por eso de tocar el nervio de muchos de los argumentos escondidos en las conductas de tantos millones de personas, expuestas a las informaciones de origen desconocido, apoyadas en la única solidez brindada por el medio de comunicación en donde la noticia se apoya, bien sea la voz en la radio, la imagen en la televisión, o, letra impresa en el periódico o revista. 

Así contestó McLuhan: ---"Si las buenas noticias se publicaran de manera continua en los media, el público se lamentaría cierta no sin cierta envidia, de no haber estado ahí, disfrutando de esa ocurrencia agradable. Pero, si por el contrario, las noticias se suceden con cierto cariz negativo, los receptores de la información darían  un suspiro de alivio al no haber sufrido las consecuencias de tales percances".

Bromas aparte, el estado actual de las cosas en el mundo deja bastante que desear. El problema tiene numerosas raíces. La gente prefiere las noticias o las explicaciones inciertas a las verdades sólidas y establecidas por miles de años. Se suele exhibir el logro de los "hallazgos" científicos para resaltar los aspectos negativos de la vida.

Por ejemplo. Si a una persona se le dice: --"Oye, escucha esta noticia: Dios existe. Él es bueno. Sus juicios, emitidos por tres personas,  son siempre unánimes, nacidos del amor.  Este Dios en un momento de su eternidad, pensó en ti. Y como ese pensamiento era bueno, decidió actuar y crearte a su imagen para ser feliz en un lugar apropiado dotándote de vida y de lo necesario para conservarla, además de libertad, sin constreñimiento alguno, ni siquiera con la obligación de darle las gracias por los dones recibidos. Este ser a su imagen implica serlo por toda la eternidad. Entonces, se dota a este ser con el mapa para encontrar el camino apto para conseguir esa felicidad. El mapa está impreso en tu corazón, en tu alma espiritual". 

Esta noticia, no siempre se acepta. En el caso anterior, quien  ha oído la noticia, replica: ---"Yo tengo una noticia muy distinta. Mi existencia se debe a una "evolución", venida desde antiguo, desde el principio. Yo vengo a partir de un mono. Estoy aquí por casualidad y lla ciencia así lo atestigua. Gracias a un proceso evolutivo estoy donde estoy y soy como soy. Al final, esta vida se acaba. Después no hay nada. Así lo creo y así vivo". 

Ante estas historias, cada quien se puede decantar por una una o por otra. Una tiene sentido; la otra, no. Por ejemplo, en la segunda historia, dado el avance de la ciencia se podría esperar  conseguir un humano a partir de un mono. Esto no es posible y no es cuestión de "tiempo". Esa ciencia misma, no ve límites a los viajes espaciales alrededor del universo, por ejemplo. En este caso, es una cuestión de "tiempo". Pero si se trata del hombre, el cambio de la naturaleza de un simio a un hombre, la ciencia no tiene respuesta, porque debe encararse con el espíritu, que va más allá de lo material, de la naturaleza. 

El espíritu no se produce. Tampoco el lenguaje es una producción. Éste apunta a  aquél, y no depende del querer individual, pues no nos entenderíamos. Es el símbolo "la medida en que lo práctico enlaza con lo espiritual", como lo concibe L. Polo. Y ese simbolismo no se encuentra en los simios.

De cualquier manera, si a uno le dieran a elegir entre uno y otro modelo, el de ser creado a imagen de un creador, que es amor, con el fin de ser eternamente feliz o venir a la existencia sin saber cómo y sin saber para qué donde no cuentan ni el amor, ni la felicidad, ni la libertad, ni la convivencia, en ese caso alguno pensaría: no es posible haber tenido tanta suerte de ser elegido por el amor para ser feliz para siempre, siempre.

Por tanto, como en el caso de las noticias, según la explicación de McLuhan, prefiero lo negativo porque la buena noticia, la de ser persona,  es demasiado buena para ser creída.















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