Los avances tecnológicos afectan más negativamente a la mujer, dice el FMI



La sencillez deja fluir el amor. Se ve en el rostro de este Papa, cuya fiesta celebramos hoy.






Está claro. Los avances de la tecnología, tal como el mundo se encuentra hoy, afectan más  a la mujer. Pero, negativamente.

Eso no es debido a la capacidad relativa de las mujeres para lidiar con la tecnología. Nadie en sus cabales podría mantener una concepción así. Se trata de poner en primer plano la sencillez, sin dejarse enredar en cultivos extraños, ajenos al plan original.

Se percibe claramente en ese primer encuentro del hombre con la mujer. El primer hombre se admira al verla tal como era. Si acicalamientos de tipo alguno: era la sencillez. En esta admiración original reside el quid de la respuesta. 

La mujer, no importa el "trabajo" desempeñado, debe ser tal como para dejar "espacio" para la admiración. Si no ocurre de esta manera, nunca le daremos su lugar en el mundo.

El colmo de nuestro tiempo es tratar de encasillar a la mujer según un modelo masculino. De esta forma, piensan algunos, ella nos demostrará cómo puede competir con el hombre, e, incluso, superarlo en muchas de las tareas por él realizadas.

La pobreza de miras de un "ajuste" de esta naturaleza, tiene su raíz en ese querer desvirtuar la creación original y conseguir correr los 100 metros planos, por ejemplo, "casi" en un tiempo igual al hombre. Ahora, con la perversión de la transexualidad se podrían dar casos de hombres así "afeminados" capaz de lograr tiempos récord. Sin embargo, las mujeres "masculinizadas", no alcanzarían el nivel de sus nuevos competidores.

Y aunque lo consiguieran, la admiración no vendría jamás por esas "igualdades" de artificio. 

No se trata aquí de enrolar a todas las mujeres en el papel de madres.  No. María, por ejemplo, había decidido no serlo. También la conocida esposa de Abraham,  Sara, sabía de su esterilidad y se ríe cuando escucha al visitante decirle a su esposo sobre su futura maternidad. Y ambas, desde lo imposible para el hombre, llegaron a la maternidad. Pero ser mujer no implica ser madre.

Nos acecha la "civilización técnica", y se requiere de una lucha pertinaz para librarse de este asedio. En ella sucumbiría la "naturalidad" de la mujer, y dejaría de producir asombro. Ese mostrarse como se es, tiende a esfumarse en las poses del modelaje  y de la vestimenta, enemigas de la sencillez.

El "hágase" de María es la respuesta  no impostada de quien acepta un plan imprevisto, como "esclava". Es decir, la admiración a la mujer nace al contemplar su sencillez.

No se trata de alentar o prohibir ésto o aquéllo. Más bien, se trata de que ésto o aquéllo afeen esa elegancia natural de ser propiamente lo llamado a ser: fuente de amor apta para originarse la vida.





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