Sí, la esperanza del hombre está siempre en la Iglesia


Los tiempos actuales, quizá no son los mejores de la historia. Sin embargo, la omnipresencia de los media en muchas facetas importantes de la vida no acaba de reportar lo bueno de esa vida de una manera consistente. 

Como consecuencia de estas desviaciones en la cobertura, se  contribuiría así a crear una creencia "falsa" o "deformada" en la mente de los receptores de la información,  quienes podrían desarrollar  conductas de acuerdo con esa representación "falsa" o "deformada". Si estas conductas llegaran  a generalizarse, entonces los media podrían citar estas conductas para confirmar lo acertado de su punto de vista, manipulado desde el principio.

Las borrascas del dolor, las desgracias, penurias y escándalos, sin duda, azotan y amenazan con anegarlo todo; pero se advierten además tendencias de recuperación en pueblos y zonas donde jamás antes se había disfrutado siquiera de un día de seguridad y bienestar.


El termómetro para ver la temperatura del mundo no está en la economía. Marx se vería muy contento de ver cómo casi todo se ha reducido a la economía. Día tras días hay revistas, periódicos y espacios informativos dedicados casi exclusivamente a  tratar este tema.

El temor de los mayores y de los jóvenes se centra en el no tener. No tener un trabajo, un salario, un coche, unas vacaciones si es posible en un paraíso caribeño, y un poder comprar y gastar sin sobresaltos. Por supuesto, algo de estas aspiraciones, es necesario. Pero, convertirlas en el eje de la existencia acaba inquietando a muchas personas, con un con un síndrome contagioso.

Pudiera ser: al analizar los datos suministrados cada día por el mundo de las finanzas es bien fácil dejarse contagiar del síndrome del tener, de la tenencia. Resulta más difícil, sin embargo, empezar a creer que las malaventuras de la tierra, en buena parte, se disparan al ponerle reparos a la vida. Y, por ende, empezar a controlar la vida. (hasta la muerte si es necesario pues la persona ya está ahí, presente en el seno materno).

Nos han hecho creer incluso, en el tan traído y llevado "cambio climático"  y su relación  con la sobrepoblación, pues ésta "provoca un empeoramiento en el entorno, una disminución en la calidad de vida o situaciones de hambre y de conflcto". Es más fácil querer ver, por ejemplo, en las oleadas de inmigrantes del mundo hacia Europa unos sobrantes de población debido al no secundar con firmeza los designios de las Naciones Unidas en este apartado.

Los media, si seguimos con el mismo ejemplo, han partido de una tesis falsa sobre la sobrepoblación en el mundo a partir de la década de 1960. A base de repetir esta tesis por activa y pasiva, se instala la creencia en la mente de muchos (por conveniencia) y se introducen las prácticas anticonceptivas y el aborto. Ahora, esos media ya no deben repetir la tesis falsa invocada al principio. Basta con contar hasta la saciedad el resultado de no haber seguido esas prácticas tendientes a eliminar la vida, como se ve en las oleadas de inmigrantes.

Asimismo, se puede hablar de los bienes de la tierra, hoy distribuidos desigualmente. Si no alcanzan los bienes, el empleo, los salarios, se debe a esa sobrepoblación asfixiante en todas partes. La guerra, como decíamos al seguir esta teoría, es una consecuencia de esta manera de pensar.

La Iglesia ha defendido siempre (y seguirá haciéndolo) la vida desde el momento de la concepción. Por eso la Iglesia sigue siendo el lugar de la esperanza en esta vida, y para la vida porvenir. Sin duda, buena parte de los ataques de nuestros días, se debe a su defensa de la vida, a pesar de lo pesares por lo que ocurre en su seno y fuera de él.

Mientras hay vida, queridos amigos, hay esperanza.










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