¿Por qué el miedo o desprecio a la cruz si es la salvación?



Desde los tiempos de Pablo, primer apóstol itinerante del cristianismo en Europa, se refería a la cruz citando las opiniones del mundo de entones: "escándalo para los judíos, locura para los gentiles" (1 Cor 22).

Hoy se celebra en la Iglesia Católica la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. No se puede colocar a esta fiesta como una más, porque "muchos viven... como enemigos de la cruz de Cristo", como en los tiempos del apóstol Pablo, de quien proviene esta cita (Fi 3, 18). Este hombre, avezado en la vida recia y en el sufrimiento, lloraba "con lágrimas" cuando escribía estas líneas. Conmueve ver a este  hombre llorando precisamente al ver cómo muchos viven "como enemigos de la cruz de Cristo". 

Estamos atravesando sin duda un fuerte temporal en la travesía de la nave de la Iglesia hacia la salvación. Los ataques contra Ella, contra su cabeza, el Papa, contra sus instituciones y sacramentos, son notorios en diferentes puntos del mundo por una u otra razón. 

Vemos también cómo algunos teólogos, proponen caminos más suaves condescendientes con la "opinión pública" proponen una fe y unas costumbres apartados de las enseñanzas cristianas. El daño causado es inconmensurable. 

La cruz es el instrumento para la salvación del mundo. Puede haber muchas maneras de vivir el cristianismo, pero la cruz es el único camino. Al ponderar esta verdad se explican las lágrimas de Pablo, el apóstol de los gentiles. 




Por eso la Iglesia bendice con la señal de la cruz y así se debería enseñar a los niños.Se recibe al neófito en su seno con la señal de la cruz, y  la Misa consiste en la renovación del sacrificio de la cruz.

El hedonismo reinante y el enemigo acérrimo de la salvación del hombre, siguen abrasando con su mordedura infernal a los fieles, como lo hacían las serpientes a los israelitas en el desierto del Sinaí, para cuyo remedio Moisés instala una cruz con una serpiente  enroscada, y, al mirarla, quedaban curados los mordidos por los reptiles del desierto.

También hoy, si queremos ser curados de todas nuestra dolencias, mortales muchas de ellas, debemos mirar a la cruz como el instrumento de salvación, aunque algunos periodistas afamados metidos a teólogos, proclamen: "No hay justicia divina ni ley de Dios que corrija el rumbo de las instituciones, sino le ley que se han dado los hombres y mujeres".















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