Predecir el futuro...¿con estadísticas?

El futuro está vedado a los ojos del hombre. Apoyarse en el pasado para intuir el futuro, no se sostiene,

A veces, se acierta, sin embargo.

No es el primero, pero Richard H. Tale, Premio Nobel de Economía en 2017, perteneciente a la tan laureada "escuela de Chicago", la de Milton Friedman (1976) y Gary Becker(1992), por ejemplo, acude a los brazos de la Psicología con el fin de ir "aclarando"  los problemas de la "volatilidad" presente en tantas ocasiones de la vida económica, más allá de la lógica de las regresiones estadísticas, aptas para manifestar "tendencias", pero lejos de ser el amuleto para las "predicciones" exactas.

De hecho, también en el terreno político, las últimas predicciones a raíz de las elecciones  en países de América Central, las tres últimas celebradas en México, la subida de Macron en Francia y la victoria de Trump en Estados Unidos, se pueden calificar de fracaso.

En las catástrofes recientes, no sólo en al Bolsa, sino en la sociedad, como las consecuencias del crack de 1929 en Estados Unidos, o la aparición de las dos grandes Guerras Mundiales  de 1914 y 1939, relacionadas con un hecho al parecer simple: el asesinato del emperador Francisco José de Austria y la subida al poder de Hitler, sucesos de los que nadie esperaba la muerte de millones de personas como consecuencia.

Y porque la guerra afecta a millones de vidas, queda por encima, en términos de importancia atribuida al hecho, de los avatares de la economía a secas.

Metidos en harina, podemos jugar a las conjeturas, pero con fundamento, más allá de la certidumbre provista por las fórmulas estadísticas. Cuando en el Padrenuestro, la oración por excelencia, se pide el "hágase tu voluntad, en la Tierra", queda sobreentendido lo siguiente: si los hombres hicieran esa voluntad, sabríamos a qué atenernos, pues esos hombres se comportarían de acuerdo con su dignidad, según la voluntad, los planes de su creador. 

Pero no es así. Por eso las inconsistencias  detectadas en las decisiones económicas, detectadas por Tale, etiquetadas como irracionales, pues no es sólamente el beneficio económico el motor de las decisiones, sino también influyen la envidia, sin excluir su opuesto en ciertos momentos, la solidaridad.

La influencia del lamentable incidente del Paraíso terrenal en la vida del hombre (pecado original), sigue dando de qué hablar, y quien no lo pierde de vista, puede incluso ganar el premio Nobel de Economía.

La psicología, quizá podría ayudar, pero siempre se va a quedar corta a la hora de enjuiciar la "naturaleza humana", por no considerar en serio el fin del hombre


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