El silencio es condición para el lenguaje


El Valle del Silencio, El Bierzo, provincia de León.




El ámbito de la palabra es el silencio. Pero los clásicos asignaban a la palabra su correspondencia con el oído. En última instancia, se trata de uno sonido, de una voz, un fenómeno acústico, de acuerdo con los lingüistas modernos.

Rescatar el silencio como algo propio del lenguaje, parece contrariar de alguna manera todos los avances de la ciencia en esta materia desde los estudios clasificatorios de Aristóteles. Sin embargo, es necesario enfocarse dándole su lugar al silencio, para no caer en observaciones donde sólo lo material marca las pautas del quehacer actual de los científicos. Se deja de lado la vida del espíritu.

Pero no podemos dejar a un lado el entendimiento en el proceso de estudiar el lenguaje. Los avezados clásicos sabían por observación que el lenguaje no tenía un solo órgano material, encargado de su función, sino varios (dientes, lengua, tráquea, laringe, oído...). Y, además, "nada inanimado tiene voz", nos recuerda el filósofo de Estagira, necesaria al que tiene "algo que expresar".

Este dato es importante para quienes abogan el evolucionismo radical, quizá olvidándose de ese principio básico de nadie puede dar de lo que carece. Las piedras nunca tendrán voz, así pasen millones de años, y, algunos seres animados tampoco (los peces). Sin embargo, son muy distintos los sonidos de una voz de los del lenguaje. Si bien aquélla podría tener alguna significación, carecería de sentido

Una manera de entender estos procesos se logra al considerar, como hace E. Gilson,  que  el pensamiento es eso cuya ausencia en los animales distintos del hombre explica que les sea imposible hablar. De hecho, el hombre es el único hablante de todos los animales.

El sentido va con la palabra, y ésta con el entendimiento. De ahí, la prevalencia del silencio, de quien tiene "algo que decir", sin haberlo dicho todavía. 

La interrupción del silencio es la mejor manera de acabar con la palabra. No sé si el gran McLuhan lo vio así, pero el medio digital se ha convertido en el supresor por excelencia del silencio, y con ello se anuncia la llegada del mess-age y se confirma el título del libro de este canadiense genial: The medium is the message (El medio es el mensaje, aludiendo así a la venida del "tiempo de confusión" (mess-age) como a la preponderancia del medio de comunicación masiva sobre los mensajes

En fin, se ha roto el silencio, amenazando así con extinguir la palabra.

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