Tarjeta amarilla a Trump: Fuerza y educación no riman (balacera en Parkland, Florida)


La inteligencia no lo es todo. En el proceso educativo se requiere contar, sobre todo, con el querer de la voluntad, donde se encierra la voluntad del hombre como destino.




Las causas de las masacres de gente indefensa en Estados Unidos con armas de fuego  de alto poder y convencionales revelan dos cosas: primera, la creencia en la superioridad de la fuerza sobre la inteligencia. Dos, el fracaso del sistema educativo de Estados Unidos. 


Las causas de la matanza de estudiantes en la preparatoria de Parkland, Florida


1.  La primera pregunta nacida del asombro,  surge al considerar la  determinación de un individuo de 18 años, a causar la muerte de sus iguales por algún motivo.  Esta actuación fue pensada y querida por el autor, y constituye la causa principal de su conducta.

2. La segunda consideración nos lleva a centrarnos en un aspecto a veces necesario, pero no suficiente, a la hora de evaluar los hechos: el uso de la fuerza. Una parte de los análisis se han centrado en el aspecto más material del proceso: el uso de un arma de fuego de alto poder. La ley permite este uso a los mayores de 18 años (la cerveza, no, en ciertos estados, hasta los 21). El 50% de la población, aproximadamente, aprueba esta "enmienda" legal, y hace uso de ella; asé se explica la tenencia de armas en el país, tantas como habitantes (más de 300 millones).

3. El autor de esta masacre, da forma a los diversos motivos conducentes a este crimen, y los concreta en un causar la muerte a sus antiguos compañeros con un rifle automático mientras asistían a clase, y entrevé su huida.

4. Por último, el autor del del crimen debe decidirse en su voluntad ejecutar la acción, una vez formalizada la estrategia con más o menos precisión. No cabe en este caso  la explicación  "mecanicista" de pasar por ejemplo, de una afrenta a la consumación del crimen. Se da un juicio de conciencia donde, a pesar de los pesares, el individuo concibe y se determina a ejecutar el acto, a sabiendas de la gravedad del mismo.

5. Si vemos las causas intervinientes en este proceso, tres de ellas se refieren a la esfera personal del individuo; sólo una a la fuerza material. Ésta se usa por el autor del crimen para perpetrar su obra. Pero él ya lo había decidido en su fuero interno después de considerar las vías de zanjar un asunto. 

6. Es decir, las formas de pensar y resolver un asunto, según el autor, el fin justifica los medios. Esto es una aberración moral, aunque esté cada vez más de moda en la sociedad. El fin conseguido por este joven de 18 años, se relaciona con un proceso educativo (en su familia y en la escuela) y no con la fuerza. Esto no significa que una bofetada bien dada a tiempo no sea necesaria (ver punto 2).

7. Pero vemos con pena, cómo la unidad básica de la sociedad, la familia, se va destruyendo, y, la escuela, al no recibir el aliento y la exigencia de las familias, opta por nadar y guardar la ropa (se ve, por ejemplo, cómo el guarda de la escuela de Florida, se abstiene de intervenir para no correr un peligro cierto). 

8.  La educación consiste, fundamentalmente, en ir logrando la firmeza de la voluntad para conseguir el bien, ese bien mostrado por la inteligencia en el análisis de las opciones antes de emprender una acción. Y el fracaso de la educación consiste en abandonar estos principios (aprendidos en casa y en la escuela). Sólo entonces se vislumbra la fuerza como la única y más eficiente causa para acabar con el mal, desfigurando incluso a figura del educador hasta el punto de proponérsele llevar armas mientras imparte su clase. 

Conclusión. El fin nunca justifica los medios. El bien y el mal existen. La educación consiste en discernir estas alternativas y entrenar la libertad para el bien. El empleo de la fuerza significa el fracaso del sistema educativo (familias que se hunden, y escuelas sin valores).


El señor Trump, en este caso, al defender el uso de la fuerza por encima de la educación, está herrado con hache. La paciencia es un ingrediente necesario de los procesos de convivencia social. Resulta infantil, cosa de niños, al saber que los frutos provienen de plantar en la tierra el hueso de un melocotón (durazno), se realiza este entierro en una maceta de la casa, esperando recoger el fruto a la mañana siguiente. Gran decepción cuando se comprobaba que el fruto esperado no estaba presente. La rabia por este fracaso, llevaba en ocasiones al uso de la fuerza, pateando la maceta.




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