El magma de la mentira va llenándolo todo. ¿Resultado?: División y muerte

Algunos cardenales discuten con el Papa y entre sí. Los jefes de las naciones no se entienden entre ellos ni con los ciudadanos. Las empresas logran beneficios sin medida, mientras los ciudadanos sufren las carestías. Las familias no se entienden y aumentan los divorcios y las uniones libres. El feminismo sin freno, quiere destrozarlo todo, hasta la gramática y la definición del cuerpo humano. Y los repartidores de condones, como Oxfam, organizan orgías sirviéndose de la pobreza reinante gracias a la cual viven opíparamente, y como reparten anticonceptivos sin fin, pueden realizar todas las prácticas sexuales bien protegidos con quien se ponga delante.

Mientras, el poderío económico y el de los armamentos tratan de imponer sus condiciones en el mundo de Oriente y Occidente, Norte y Sur. Los ingleses siguen todavía con su manía separatista, con un imperio decadente difícil  ya de esquilmar, mientras cantan el Oh, Bretaña en los partidos de rugby. Oriente Medio, sigue en permanente tensión, entre árabes y judíos, con grandes ganancias a los fabricantes de armamento cada vez más sofisticado, convirtiendo la zona en un polvorín.  Y en el Oriente extremo de Asia, coreanos chinos y japoneses no dan su brazo a torcer, y, en el Sur, las provincias de India y sus regiones pakistaníes y afganas, pobres pero nucleares, amenazan con sus grupos rebeldes a quien se cruce en su camino.

África se va rehaciendo después del dominio europeo del siglo XIX y XX, a base de luchas intestinas, tribales muchas veces, donde la fe y la esperanza de algunos no acaban de encontrarse con la caridad. En Oceanía, la herencia inglesa del racismo, hace de las suyas a la hora de poblar, respetándose, la inmensa planicie de Australia, presidida con la manía "posesionaria" de Inglaterra en las islas Malvinas, en Gibraltar y en donde todavía les dejen.

Pero esta visión del mundo puede tacharse de "negativa", propia de una cultura de periódico. Si bien los periodistas, cada vez menos profesionales de difundir la verdad, repetirán el mantra de siempre: "No, el mundo no está peor que antes; los periodistas somos ahora mejores y cubrimos mejor este mundo". Ante tales pareceres, la sombras de las fake news parecen llenarlo todo. Como consecuencia del relativismo imperante en las últimas décadas, donde se consideraba "absolutismo" el hablar de verdad, ahora, validos de sus instrumentos digitales, hasta los niños y adolescentes pueden difundir "su" verdad, pues, dicen, "tener derecho" a expresar sus puntos de vista.

También ahora, los estados luchan con las empresas privadas por hacerse con el big data, esos rastros de información privada y  pública, que continuamente surcan la redondez del planeta, de izquierda a derecha y viceversa. Quienes posean más información, tendrán más oportunidades de manipularla, añadiendo, suprimiendo, inventando lo más conveniente para su pecun.io particular.

Ante tal situación, muchos optan por el entretenimiento o por la calle. Aquél, repleto de vulgaridad para conquistar audiencias, ratings; ésta, para protestar por todo, pues nada funciona a su gusto y, además, siempre hay algo "podrido en el estado de Dinamarca".

Los padres lo son muchas veces por descuido, apenas tienen tiempo para educar a su reducido número de  hijos: son muchas las horas a emplear en los trabajos fuera de la casa, tanto la mujer como el hombre. Y es el Estado, la mayoría de las veces, quien se hace cargo del proceso educativo, tantas veces sometido en cuestión de valores a los auspicios de la Organización de las Naciones Unidas en su vertiente de UNESCO, donde se pulverizan la tradición y los valores familiares.

Entonces, ¿qué nos queda? Una multitud de niños y adolescentes modelados por las veleidades del entretenimiento a través de las redes "sociales", por la algarabía y reclamos callejeros,  y por Estado, movido por el afán de permanencia en el poder.

Resultados. Siempre hay, y gracias a ello estamos todavía aquí, quienes se ocupan de los demás. El cardenal Lozano, de México, encargado de las pastoral de los enfermos en el Vaticano, contaba hace unos años, cuando fue llamado a desempeñar esa función por san Juan Pablo II, su primera asistencia a una reunión internacional organizada por la Organización Mundial de la Salud ( OMS) con sede en Ginebra. Al llegar, el Secretario de la reunión, le preguntó con sorna, "a qué sacristía representaba". Al tomar la palabra, el cardenal Lozano, dijo: "Vengo en nombre de los cientos de miles pobres, enfermos y desahuciados atendidos por la Iglesia en todos los rincones del mundo". Por supuesto, esta cifra superaba con creces a los números presentados por otras organizaciones allí reunidas, un número siempre creciente con el paso de los años, según contaba en otra ocasión el mismo Cardenal.

Todos han conocido el impacto mundial de la Madre Teresa de Calcuta, venerada ahora en los altares, debido a su dedicación sin remilgos a los "más pobres de entre los pobres". Hay muchos  hoy siguiendo su camino, en proporciones distintas según su capacidad.

Entonces, si el mundo sigue hoy en pie, no lo duden, se debe a una causa, una sola: Todavía hay quienes viven la caridad en el mundo, pero no los confundan con los dependientes de OXFAM.















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