Los buscadores de huesos de guerras pasadas, no saben qué trae la paz


Los buscadores de huesos de guerras pasadas quizá siembran sin querer las semillas de nuevas guerras.





Huesos de hace 2 mil años extraídos del fondo del mar. Supone una alegría para los descubridores, sin duda. Así lo manifiestan a los científicos, que se apresuran a publicar el hallazgo en la revista Nature. La razón aparente de la alegría reside en la posibilidad de conocer mejor a los marinos de aquella época.

Pero la razón más tangible de la alegría se halla en los tesoros quizá escondidos junto a esos huesos, debajo de los restos del barco que los transportaba.

Tras los huesos, los tesoros. Ocurre lo mismo con los sabuesos de los huesos de García Lorca, quienes tal vez nunca hayan leído siquiera una de sus poesías. Pero el hallar sus restos los llenaría de orgullo al aparecer sus nombres, unos don nadie, junto a los del célebre poeta.


El presidente Santos de Colombia, se muestra especialmente atento a las cámaras en el momento de la firma de la paz con las guerrilleros de las FARC.




Se habla de paz, pero los buscadores de huesos actuales cultivan la intranquilidad con sus declaraciones sobre una "guerra civil" que ya firmó el armisticio en 1939. Se chulea a las FARC por la firma de paz ---algo que todavía habrá de corroborarse en la realidad---, aunque en el camino hayan quedado 220 mil muertos y millones de desplazados, con la ayuda de un comunista español, ayudante de las guerrillas colombianas desde la década de los años noventa, y convertido a negociador de la paz en el último lustro. Ahora se le presenta como héroe

Nadie buscará los huesos de estos muertos en la tierra colombiana porque nada se esconde debajo de ellos, excepto pobreza, violencia y saqueo a los campesinos por parte de la guerrilla y de un ejército rebelde, operador de una guerra como modus vivendi, a falta de otras opciones de vida, de un trabajo exigente del día con día.

La revista Nature no tendrá nada para contar de los millones de huesos escondidos en los basureros de clínicas "legales" y clandestinas de tantos niños sin nacer, porque las manos de quienes se titularon con el juramento hipocrático para defender la vida, torcieron su misión por un plato de lentejas, aunque dejaran el camino regado de sangre inocente.

El hecho científico, digno de estudio, sería saber porqué un ser humano acaba con la vida de una criatura indefensa, un semejante, a la que Dios le había concedido la vida con el concurso de unos padres.

Pero, al final, porque hay final, veremos la visión de Isaías, cómo los huesos esparcidos por la tierra se unen y se recubren de nervios y tejidos aptos para albergar la "vida nueva", y alzarse para elevar la voz contra quienes perpetraron su muerte, participando en el acto monstruoso de diversas formas. Tal vez en ese encuentro aparezcan también bajo la bandera de la muerte, las figuras notables por su crueldad de los últimos años: Stalin, Mao y Hitler para rendir cuenta de sus crímenes delante de sus víctimas.

En fin, en esta vida, todo es sólo cuestión de tiempo. Pero queda esa otra vida donde el tiempo y los huesos y los tesoros ya no cuentan. Sólo de vislumbra una línea infinita encaminada a la eternidad, una paz sin fin para quienes supieron sembrar la tranquilidad en el orden.




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