Francia: ¡Si supieran lo que trae la paz!

Ya en el siglo IV, san Agustín, quizá una de las cabezas más formidables de la historia, decía que la paz era "la tranquilidad en el orden". Pero el primer impulso de Francia, secundado por otros países, es ¡guerra!. Guerra contra quienes nos han atacado. No puede quedar indemne esta barbarie, dicen.

El orden se ha trastocado. La tranquilidad, se esfuma ante la vigilacia y las continuas redadas de la policía. La inquietud se manifiesta en cada una de los encuentros sociales. Los niños no entienden lo que está sucediendo.

Pero el segundo movimiento, después del impulso, sigue siendo ¡guerra! Concretar velozmente la destrucción del enemigo. Parecería que se quiere recuperar el orden a partir de la muerte. (En ningún momento pretendemos justificar el terror ni la pasividad como una respuesta a la provocación armada).

Llama la atención que todo un estado, o un grupo de naciones, reaccionen como un individuo carente de todo control de sus pasiones. En otras palabras, como un animal tras la agresión.Como las bombas de racimo, aunque su corazón se encuentre aquí mismo, las ramificaciones del ataque se extienden de noche somo las luces de un inmenso cohete cayendo silenciosamente en cascada. Algo así ocurre con los ataques terrotistas de hoy. El centro de inteligencia se sitúa a miles de kilómetros de los atacantes, siempre insignificantes en número y dispersos, para no ser detectados por los controles tradicionales. Es más difícil dialogar con quien no quiere hacerlo, sin duda.

Una persona airada puede contestar con más violencia incluso de la que ha recibido en un ataque imprevisto. Ocurre ya incluso en el seno de las familias; más frecuente, claro está, entre quienes conviven sin haberse casado como Dios manda (digo como Dios manda, no por clerical ni nada de eso, sino porque (honor a quien honor merece) Él es el el inventor de esta institución llamada matrimonio. Los media ya sólo hablan de "parejas", y de esta manera se desentienden de que buena parte, un porcentraje significativo, de las disputas se generan con más frecuencia entre quienes viven en amasiato, riñas cuyo fin es muchas veces la muerte.

Cuando nos las habemos con los consejeros y ministros  de un presidente de gobierno,  puede suceder que alguno proponga una respuesta bélica como solución ante la provocación seria. Pero, comprobar que el resultado de las conversaciones sobre un problema como el acaecido en Francia el viernes 13, sea como el de un adolescente enardecido, éso sí, da miedo.

Pero la respuesta ante la agresión del enemigo debe pensarse en función de la paz. La herencia del pensamiento clásico se hereda en las milicias con el lema si vis pacem, para bellum.  De esta manera, la idea de "paz" desaparece completamente bajo el aparato militar, que busca el control y la supremacía con estrategias bélicas.

Pero este camino no lleva a a paz, sino al exterminio. 
Lograr que el cordero duerma junto al león.






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