Rusia y la ideología: el enemigo está dentro

Decíamos no hace mucho, que la ideología equivale a subirse a un avión y perder de vista la realidad. Al final, esos aviones acaban cayendo.

Acaba de producirse un accidente aéreo en el desierto de Sinaí. Los turistas regresaban a sus casas después de vacacionar en Sharm el Sheij. Hasta la fecha se desconocen las causas de la destrucción en el aire del avión ruso.

Y aquí comienza el baile. Mientras las autoridades de Reino Unido, quizá avisadas por sus amigos de Estados Unidos, insisten en la tesis de un acto de sabotaje como la posible causa de la explosión, las autoridades rusas se resisten a aceptarla tan fácilmente.

¿Por qué tan rápidos en sus conclusiones unos, y otros tan remisos?

Por un lado, Putin se ha decantado en los últimos meses por mostrar al mundo su poderío militar, y que no excluye el uso de la fuerza ante quien sea. Bajo este paradigma, admitir la vulnerabilidad de su sistema defensivo en algo tan banal para ellos como un avión de pasajeros, equivaldría a encajar una bofetada en pleno rostro en público, de manos de unos "insignificantes" terroristas, tal vez uno de esos  grupos yihadistas que pululan por la zona.

La popularidad de Putin alcanza niveles altísimos, del 90%. A una parte importante de la opinión pública, le gusta una Rusia con fuerza, recordando con añoranza los tiempos de Stalin, tan temido por todos. Por tanto, conviene, según los consejeros de Putin, esperar a que lo datos duros de las "cajas negras" del avión, revelen lo ocurrido. Este proceso llevaría meses, y para entonces, las aguas turbulentas de la opinión  volverían a su cauce.

Pero, las potencias occidentales, no van a dejar pasar este indicador  de vulnerabilidad en los sistemas de seguridad rusos. Su "realismo" les conduce a concluir, sin tener todos los pelos de la burra en la mano, que una explosión de tal calado sólo se puede atribuir a un artefacto instalado en el avión por una mano que conocía los recovecos ciegos del sistema.

La ideología, entonces, no acepta así como así, un brote lógico de realidad, pues sabotea el repunte de los desplantes de la hegemonía militar rusa. Y los sabuesos del "realismo", occidental,  cargado su olfato de tendencias de supremacía ahora alicaída,  se alistan a la tesis, tantas veces comentada por el presidente Kennedy: "el enemigo está dentro".

Mientras, 224 pesonas fallecieron en el accidente,  irreconocibles sus restos.  Los destinos de sol y playa en territorios controlados por Egipto, deploran la huída de los turistas hacia otras latitudes, Turquía y quizá España, menos amenazantes por ahora. 

Esta realidad es muy dura, y más todavía,  si trata de enmascarar la verdad de los hechos evadiendo preguntas relevantes para esclarecerlos.










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