¿Usar el mal para conseguir el bien?


La receta "usar el mal para conseguir el bien", no consiste el hacer el mal para luego obtener un bien.

San Agustín añade por su cuenta una coletilla a la frase paulina "para lo que aman a Dios todo es para bien". Él añade: "etiam peccata", incluso el pecado. Es un atrevimiento notable, sobre todo para las almas pusilánimes.

Pero si pensamos el querer de Jesús, quien vino "en busca de los pecadores", nos deberían dar ganas de sentirnos como tales. En la escena de la mujer "sorprendida en adulterio", a los acusadores, listos parar apedrear a las tales según la ley Mosaica, se les invita a cumplir con esta máxima con una condición: estar libres de pecado.

Todos, empezando por los más "viejos" del  grupo, abandonaron sin rechistar el lugar y dejaron sola a la mujer, a la cual Jesús no condena pero le advierte con un "no peques más".

Hoy más que nunca, no se puede dividir el mundo entre justos y pecadores. Ni uno solo de los hombres, desde Adán, está libre de culpa. Los grandes santos se sentían, sin remilgos, grandes pecadores. Sin embargo, hay muchos quienes no perdonan al próximo por alguno de sus deslices. Delante de sus ojos han caído suficientemente bajo como para no pasar por alto esa falta, y se lo hacen saber de alguna manera, poniendo así una barrera entre justos y pecadores.

Pues bien, hoy el mal abunda en la tierra. Por todos los rincones aparecen rastros de las heridas causadas por el hombre a los demás y a la naturaleza. Por supuesto, Dios  no quiere el mal, pero nada escapa a su control y permite, como en el caso del "pecado", su aparición. Entonces, una buena forma de encarar el pecado, sería acercar a los hombres que se cruzan por el camino, acercarlos a descubrir la misericordia divina en el sacramento de la confesión.

Esto sería entonces, conseguir un bien extraordinario a partir de un mal objetivo. No sólo se haría un acto de caridad máxima con esta persona, sino que nos animaría a frecuentar ese sacramento viéndonos por dentro como lo que verdaderamente somos: pecadores de tomo y lomo.

Además este paso va ayudando a realizar verdaderos actos de caridad con todo el mundo, ayudando de esta manera a restituir el reino del amor en el mundo.

La Navidad puede ayudar a concretar este punto con quienes se acercan a nuestra mesa en estos días, y vivir así el espíritu de esta celebración, acercándonos como los pastores al Portal de Belén.













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