La libertad en la naturaleza humana no se constriñe; se afirma

La paz en el mundo actual está en entredicho. No se trata de denunciar lo obvio. Desde la familia hasta las naciones estado, el deseo de paz es algo incumplido. Los hombres se mueven continuamente de una a otra parte del globo por mil razones, pero no la encuentran. ¿Por qué?

El universo entero se ha dispuesto para el beneplácito del hombre. Su misión es "llenar" ese "espacio" ilimitado a través del "tiempo". La tranquilidad del universo radica en su orden: astros, estrellas, constelaciones, planetas, agujeros negros y formaciones siderales, todo se mueve de acuerdo a un plan. El hombre, sin embargo, dotado de naturaleza libre, se ha fijado en los últimos tiempos más en el término "libre" que en el de "naturaleza". Es decir, se pretende usar la libertad fuera del orden dispuesto por la naturaleza humana.

Por supuesto, la naturaleza no recorta la libertad, sino que la encauza. Vas a obrar así, no a tu gusto, sino porque lo exige tu condición humana para ser feliz. En efecto, el querer se honra cuando se ajusta al derecho natural, porque la "voluntad humana" no se hace justa cuando obra como a uno le parece bien.

De la abundancia de quereres caprichosos nace el desorden. Por ejemplo, el hombre, en vez de seguir su naturaleza (noción proveniente de "nacimiento"), y el deber de "llenar" la tierra, se decanta por el "control anárquico de los nacimientos". Es decir, se usa de la "libertad" para desentenderse de la obligación natural de procrear. Un paso más en esta línea de pensamiento  lleva a decidir sobre la vida generada  a raíz del encuentro entre un hombre y una mujer. Pero,  esa vida es la de una nueva naturaleza que exige su cuidado para siempre. Lo que le hace ser  esa nueva vida está en su esencia, o naturaleza, aun cuando para seguir siendo necesite de cuidados externos. De aquí la necesidad de proteger la vida, y desterrar siempre el aborto y a quienes lo ejecutan o consienten.

Hay que cerrar las ventanas al mal desde luego, que se cuela cuando se  ejercita la libertad como si el hombre  fuera algo "indeterminado", impulsada por un querer omnímodo. La naturaleza entonces no constriñe, sino que "ayuda" al hombre a obrar de acuerdo a su esencia, a lo que es.

Así pues, la causa de la  infelicidad personal (y la de los demás) estriba en no reconocer lo que se es, y dejar de ser hombre, persona. El obrar sigue al ser, es un principio viejo en el pensamiento occidental. Si ese ser fuera indeterminado, no sabríamos entonces cómo obrar, porque no sabríamos lo que somos. Daría lo mismo una cosa que otra, tal como han pretendido que obremos  de acuerdo con los "hechos" (positivismo) o  con las "tendencias" (existencialismo), como si fuéramos globos soltados al viento de las fuerzas exteriores o de la ocurrencia interior.

En fin, la libertad, concreta. No restringe jamás la acción.






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