¿Estamos ahora en el momento de la verdad?




Estampa inédita: El papa Francisco, como un mendigo de Dios, camina en solitario por las calles romanas, para interceder por nosotros en estos momentos difíciles de la epidemia.





Las noticias han desparecido prácticamente, excepto la referente al coronabirus. Las columnas de la tierra comienzan a temblar: la economía de los países se cae, el desempleo aumenta, la salud se deteriora, la incertidumbre hace mella en las mentes de muchos, y los media, ante este estado de cosas, se dedican a recoger del ambiente lo más llamativo aunque, conscientes ---ahora sí--- de su poder de difusión precisamente en estos días aciagos por la epidemia, procuran abrir siempre un resquicio a la esperanza para no ser tildados de amarillistas y aprovechados de la situación.

Incluso en estos tiempos dramáticos, la competición entre países no cesa. Por ejemplo, China, la originaria de la pandemia, alardea ahora de haber derrotado al virus y ofrece ayudas a los países europeos más necesitados. Estados Unidos a pesar de su esfuerzo económico, no parece levantar cabeza en su lucha contra la enfermedad mortal. España da palos de ciego a la hora de los remedios, pero el embate no cesa hasta contagiar a la esposa del Presidente Pedro Sánchez y al mismo Presidente de Cataluña, Torra. 

En fin, el "bicho" se extiende a pesar de medir una millonésima parte de un milímetro y oscilar en su carácter ambiguo de cosa y vida incipiente. Viaja y se instala en las entrañas de los más débiles y causa estragos. Aunque sus días están contados, todavía no se ve el fin de su presencia. Lo "mínimo" de la tierra va exterminando a las criaturas poderosas de las naciones cuyo poder se considera "máximo".

Las personas andan inquietas. Se asoman las imágenes de quienes su vida interior puede sobresalir por encima de las ordenanzas políticas y del pesimismo de los expertos, que no aciertan a dar en el clavo con la prontitud deseada en estas circunstancias. La muerte ahora no nos acecha más que en otro día cualquiera. Siempre esta señora anda rondando sin respetar la casa de los pobres o de los ricos.

La "división" se va abriendo paso en las mentes, en las palabras y en las acciones de quienes, por su relevancia social y política, deberían servir de ejemplo en un tiempo crítico.
Llama la atención por su entereza, la figura del papa Francisco caminando en solitario por la Vía del Corso en el centro de Roma para ir a rezar delante de la imagen del Crucificado, como un limosnero de la protección divina, por cuya intercesión cedió la plaga de 1522 en la ahora capital italiana.

La seguridad de algunos viene no de su control emocional y anímico, sino de saber que descansan siempre en las manos de la Madre de quien todo lo puede..., y "nos amó primero". Sin duda, de este problema por lo "mínimo", saldrá a relucir lo "máximo" de ese bien que, en las batallas decisivas de la historia, aparece radiante, con toda su fuerza y esplendor.

Entonces reconoceremos con más claridad, el momento de la verdad, la hora de María, la Omnipotencia Suplicante junto a su esposo san José, el hombre bueno y fiel, el más poderoso de la tierra, que, además, vela por nosotros y, el jueves próximo, celebramos su día.





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