La ausencia del diablo en nuestro tiempo



Representación de Lucifer.




Cuando se analizan los textos de escritores serios de los últimos tiempos, no suele aparecer la figura del diablo por parte alguna; aunque sí se refieren de continuo a los efectos perversos de su presencia en la familia, en la educación, en el control natal, en el aborto, en las guerras continuas de mayor o menor calado; incluso en las artes: la pintura y la música, por ejemplo, de tonos vanguardistas, en la moda, se ven los efectos nocivos en la juventud y en las preferencias de los creadores de opinión.

Hay una excepción, sin embargo. El pensador irlandés, C. S. Lewis (este personaje muere el mismo día que el presidente John F. Kennedy y el escritor Aldous Huxley), nacido en Belfast en 1898,  escribe las Cartas del diablo a su sobrino (1942), cuando deambulaba en su conversión del ateísmo profeso al cristianismo, gracias a la mano del autor de El Señor de los anillos, Tolkien.

Asimismo, si nos remontamos a los comienzos de la Escritura Sagrada, vemos cómo se inicia con la caída del hombre por la seducción del diablo. De la misma manera, el evangelista san Marcos comienza su escrito refiriéndose al comienzo de la vida pública de Jesús y en él menciona las tentaciones del diablo al mismo Jesucristo: "..el Espíritu lo impulsó hacia el desierto. Y estuvo en el desierto cuarenta días mientras era tentado por Satanás." (Mc 1, 12-13

También san Pedro, el primer papa de la historia del cristianismo, advierte a los primeros fieles en su primera Carta de la presencia activa de Satanás: "...vuestro adversario, el diablo, como un león rugiente, ronda buscando a quien devorar" (1 Pedro, 8). 

Por eso, llama la atención el relativo silencio sobre estos temas en el tiempo presente, a pesar de ver de continuo tantas expresiones del mal. Sin embargo, en las apariciones de Fátima, Nuestra Señora no deja pasar el tiempo, y, en la segunda aparición de seis, les muestra a los "niños", a pesar de su corta edad, la visión del "infierno". Así lo recuerda Lucía, la mayor de los videntes:


"Nuestra Señora nos mostró un gran mar de fuego que parecía estar debajo de la tierra. Sumergidos en ese fuego, los demonios y las almas, como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma humana que fluctuaban en el incendio, llevadas por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo que caían hacia todos los lados, parecidas al caer de las pavesas en los grandes incendios, sin equilibrio ni peso, entre gritos de dolor y gemidos de desesperación que horrorizaba y hacía estremecer de pavor. Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes y negros."



afirmó Sor Lucía, la vidente de Fátima en una larga carta enviada al Cardenal Carlo Caffarra, 
Estamos asistiendo sin duda a tiempos difíciles cuando vemos como se zarandea el centro donde descansa toda la sociedad, y así se lo comunicaba la vidente de Fátima al cardenal Carlo Caffarra, cuando era presidente  del Pontificio Instituto para el Matrimonio y la Familia, creado en 1982 pro Juan Pablo II: “La batalla final entre el Señor y el reino de Satanás será acerca del matrimonio y de la familia”.

En efecto, son muchos los vientos recios soplando sobre la Iglesia, pero debemos recordar siempre las palabras de Jesús, recogidas por su apóstol preferido, Juan: «... padeceréis tribulaciones en el mundo, pero tened confianza; yo he vencido al mundo."

Sí, sigue habiendo silencio sobre lo esencial..., pero no del todo. El papa Francisco lo ha venido mencionando en sus últimas alocuciones.






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