Si no se puede medir, no existe --dicen. Pero la Stein es santa




Edith Stein (1891-1942), nacida en Polonia, en su juventud.




Los científicos de alcurnia, durante el final del siglo XIX y comienzos del XX, fueron abriendo un camino hacia la solución de muchos de sus problemas, y, prácticos como ellos eran, establecieron un paradigma para las ciencias, que se ha conservado hasta el día de hoy. 

En general, parecen pensar, la filosofía es cuestión de ciencia, es decir, se podrá filosofar hasta que la ciencia, en su avance inexorable, vaya cubriendo esas zonas "grises", de penumbra, en donde se entretiene la filosofía. Es cuestión de tiempo.


La Stein, como estudiante del filósofo Edmund Husserl.



La realidad física se establece cuando se es capaz de medirla. El rigor de esta propuesta de Einstein, aunque incoada antes con menos exigencia, encuentra en los herederos de estos aprendizajes metodológicos una fórmula más simple, pero no por ello menos contundente: "Si no se puede medir, no existe".

La Stein sintió la llamada a la vida religiosa al ojear la vida de santa Teresa de Ávila, quien solía decir: "Aunque tenga muchos santos por abogados, séalo particular de San José, que alcanza mucho de Dios".

A esto se le llama hablar claro, sin tapujos. En su atrevimiento, porque se trata de mentes valientes, extendieron esta visón a otros campos más allá de su ciencia, como dando un regalo a los demás campos del saber que, si bien su origen se pierde en el tiempo y todavía siguen iluminando el quehacer intelectual de tantos, les advierten  sobre el aprovechamiento del tiempo obteniendo resultados tangibles.  Parecían recordarles el adagio latino Vita breve est

Pero el pensamiento metafísico y religioso (son soles magníficos), ni se puede tapar con un dedo ni se puede eludir sólamente con un guiño a la precisión, porque la ventana abierta a la realidad por cada persona nunca acabará de agotarla, aunque se pudieran guardar, acumulándolas, todas las experiencias de la historia del hombre. No basta con discernir, hay que pasar a concebir lo percibido y, después, contar de esas relaciones reales que a veces  desconciertan con sus propuestas, juicios inéditos.

Edith Stein se hace religiosa carmelita descalza en 1934,
y toma el nombre de Teresa Benedicta  de la Cruz,

Por ejemplo. "La verdad libera al hombre". Este juicio toca dos conceptos antiguos en la historia del pensamiento, pero al establecer una relación nueva entre ellos, si tuviera sentido, acabaría con la zozobra sobre la libertad, tan inquietante desde la Ilustración. 

Viene a decirnos: si quieres ser libre, busca la verdad. Además de práctica, esta propuesta encaja  con el relativismo de nuestros días,  como está en una posición que, teóricamente es falsa y, en la práctica, no funciona. Por ejemplo, si alguien dice "todo es relativo" ya nos está indicando de su "certeza" en ese juicio absoluto. Y, en la vida real, nadie pagaría por oír cosas relativas en la universidad o invitaría ni siquiera a los amigos para hablar de mentiras relativas o para silenciar o trastocar incluso la idea de verdad.

Pero, sí es cierto, que la "verdad no es barata" y además, "quema", como dice Ratzinger. No se puede parar. Atrae y a la vez distancia. Viene a poner a cada quien en su sitio, pues incita a tomar una "decisión", de la que cada quien es responsable. Este fuego de la verdad, por serlo, calienta e ilumina a los transeúntes en el camino. Es un fuego que no se consume, que es la característica del amor.


El papa Juan Pablo II canonizó a Teresa Benedicta de la Cruz en 1998, y la nombró co-patrona de Europa.

Estas líneas sólo las podrá entender quien está enamorado, como Edith Stein, la filósofa de altura, judía, conversa y monja carmelita y mártir, asesinada en los campos de Auschwitz-Birkenau en un día como hoy, a los 51 años de edad,  que dio su vida por el pueblo de Israel, canonizada en 1998 por Juan Pablo II. 

La Stein (santa Teresa Benedicta de la Cruz), encontró su libertad más plena al vivir la verdad al ojear la vida de santa Teresa de Ávila, el comienzo de una existencia sin medida.








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