El sinsentido del humor (?)... tiene sentido








El humor para T. Eagleton está ligado al "sinsentido", dice este profesor y ensayista del Reino Unido. Pero, para afirmar tal cosa, se debe tener un pie, al menos un pie, bien firme en algo con sentido. Es decir, el sinsentido del humor está lleno de sentido, si bien "en sí" mismo carezca de él.

Pero el sentido, atalaya desde donde se "ven" (entendiendo, claro) todas las cosas de nuestro entorno en la proporción debida. Resulta ser una posición de privilegio para vislumbrar el camino de la vida. Porque caminos sobran, pero no todos convienen.

Al vislumbrar el camino adecuado, se pone uno contento, con esa alegría original, no ensayada ni provocada. Nace sin buscarla. El que busca la alegría acaba en la decepción, ofreciendo sacrificios a dioses falsos para compensar la andadura en vano. Es irremediable.

El encuentro con un bien, sí produce alegría, como la experiencia nos confirma, pero no a la inversa. Primero, entonces, se debe buscar el bien para mí (que generalmente es un bien para compartir,  no para  consumirlo en solitario). Esto es tan importante, incluso en cuestiones tan personales como la vocación. Por ejemplo, María, cuando recibe la noticia de su vocación a ser, nada menos, que la tan esperada madre del Salvador, parte apresuradamente (san Lucas sólo usa dos veces este adverbio en todos sus escritos) a comunicarle la noticia a su prima Isabel, pues rebosa de gozo.

Luego, la alegría resulta del hallazgo, tanto más, cuanto más arduo y personal es el sendero. Por tanto, el compartir esa alegría aparece como el segundo momento después de haber encontrado el bien propio.

Algo así sucede en la vida de Ulises, repleta de episodios admirabile dictu, pero que no le llenaban el corazón. Sólo al encontrar a su esposa Penélope renace a verdadera alegría, y la diosa, nos dice el autor delicadamente, alargó la noche, después de su reencuentro esponsal. El bien  se comparte, pues, en definitiva, no es sino un gajo del amor.

Consecuentemente, el señor Eagleton tiene un pie, por lo menos, apoyado en la fe católica, según él mismo nos cuenta, aunque flirtee con otras posturas de donde obtiene el suficiente  "contraste" literarios. Así, el sinsentido del humor, tiene sentido; pero, a partir de la fe.






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