Esforzarse a entrar por el camino estrecho, siendo perfectos




El esfuerzo en la educación es importante, pero no lo es todo. Debe llevar el proceso a la perfección, mediante la mejora personal y la de quienes nos rodean.





En las planas de los periódicos del mundo, quedó de manifiesto la voluntad popular de Gran Bretaña (a pesar de lo grandilocuente del nombre de este país, preferimos nombrarlo así en vez de Reino Unido).

Los jóvenes ingleses querían continuar unidos a Europa. Pero, en el día de las elecciones no fueron a votar a las urnas en favor de la opción querida por ellos.  Y ganaron quienes sí votaron: los más viejos, partidarios, junto con su Reina,  de vivir en aislamiento, pero gozando de las ventajas de pertenecer a la Unión Europea. No les interesaba el sistema común de moneda basado en el euro; tampoco el libre tránsito de personas dentro de la zona europea. Sí les interesan las exenciones arancelarias a la horade comerciar con los 27 países europeos.

Se sabe que, en general, los jóvenes no participan, o no tanto como la gente de más edad, en cualquier país. La pregunta es ¿por qué?

Quizá se debe a la educación recibida, en parte. Se les ha educado  sin la conciencia de que la omisión de los actos debidos suponen una falta de civismo considerable, hasta el punto de llegar a ser grave si la materia lo es, como lo sería todas las peticiones contrarias a la ley natural, al derecho a la vida, al respeto al matrimonio "normal" entre un hombre y una mujer, a no injerir en la vida de los niños con cuestiones sexuales fuera del alcance de su comprensión y en contra de natura.

También se han acostumbrado a recibir con solo extender la mano, y como los pollos en el nido, abren su boca para que los mayores los alimenten. Ya saben de antemano que tienen la vida resuelta. Luego, con la barriga satisfecha, protestarán, dirán que la vida está llena de injusticias, que los gobiernos no se preocupan de las necesidades  sociales primarias de los ciudadanos. Y no faltarán grupos organizados que les procuran pancartas y banderolas con reclamos insoslayables.

Las cosas, parecen pensar quienes pertenecen al segmento más joven de la sociedad, se dan sin más. No se requiere del concurso personal, mediante el esfuerzo sostenido. Y lo producido en la sociedad, como los peces del mar, pertenece a todos. Esa es la igualdad original predicada por el honorable Marx, que vivió en Inglaterra unos cuantos años.

Por tanto, la desigualdad, en cualesquiera de sus formas, se debe erradicar, por la fuerza incluso, si fuera necesario.

Rubén Darío, el poeta nicaragüense, premio Nobel, añoraba en sus versos la juventud perdida, divino tesoro, decía. Pero hoy se añora y  entristece el ver la juventud echada a perder, por los sistemas educativos de la familia y de la escuela.

Lema: ¿Conseguir sin esfuerzo mientras se camina sin rumbo fijo? Mejor: Esforzarse a entrar por el camino angosto tratando de rozar la perfección en lo que hacemos para hacernos perfectos (Nada menos que "como el Padre celestial es perfecto").




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