Nota al cura gay polaco Krzysztof Charamsa





Va a resultar difícil que este sacerdote polaco llegue a leer esta nota. Pero quizá la lea alguien que, viéndose en circunstancias similares,  le pueda ayudar a no sentirse tan solo. 

Esta nota se ilumina con un una referencia al Derecho Canónico porque es la norma que rige la espiritualidad de la Iglesia. Y cuando se aleja uno de la norma, se aleja de la Iglesia.

No es que no se te quiera, Charamsa. Es, porque se te quiere, que se te está diciendo  no juegues con tu fe,... y quién sabe si, al equivocar a los incautos, también con la de los otros. Lo demás, es lo de menos. Vuelve a casa, sería el ruego de muchos, pues todavía no se ha perdido todo.

Lo más difícil de esta nota, además de vivir la caridad,  consiste en escribir correctamente el nombre de este ex- sacerdote católico, expulsado de su trabajo de la Congregación para la Doctrina de la Fe en el Vaticano, el pasado mes de octubre. 

Por supuesto, cuando se recibe el sacramento del Orden, se confiere el sacerdocio "para siempre". Pero también se sabe que si se recibe ese sacramento a sabiendas de sus lineamientos homosexuales, el sacramento sería inválido.  Si este "descubrimiento" se da antes o después de la ordenación, es algo a dirimir por la conciencia bien formada del receptor. (La deformación de la  conciencia es un mal terrible, causa de tantas tragedias). Además, la autoridad competente puede suspender a divinis al sacerdote que juzgue oportuno dada su conducta, según los lineamientos del Derecho Canónico.

Cuando el sacerdote Charamsa posó en público reclinando la cabeza en el hombro de su pareja española, Eduard Planas, justo en la víspera del Sínodo de la Familia, provocó la fotografía que dio la vuelta al mundo; pero él no pensó en el mal que se hacía a sí mismo, (antes que a los demás), sino en su camino de héroe en olor de multitudes.

Si un sacerdote de Dios se echa a perder, supone un gran dolor para toda la Iglesia, y representa un grave peligro para todos aquellos cercanos  a él.

La nota obedece, no  a que sigues haciendo declaraciones sobre los temas de los homosexuales, bien definidos como están varios documentos doctrinales de la Congregación sobre la Doctrina de la Fe a la que pertenecías, suscritos por el entonces cardenal Ratzinger, y en el Catecismo de la Iglesia Católica (aunque sólo le dedica un punto), sino, a la ascendencia de tus opiniones en quienes titubean en esa vocación que es para siempre, y para iluminar el camino de los demás, siendo cooperadores de la verdad.




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