La pobreza según el papa Francisco y Benedicto XVI

Verdaderamente la pobreza en el mundo es un flagelo difícil de justificar.

El papa Francisco se ha referido a la pobreza continuamente desde el principio de su pontificado. Habla de una pobreza material, de los habitantes de la periferia en las ciudades, de países y continentes endémicos ante la falta de lo mínimo para poder valerse por sí mismos y sacar la familia adelante.

En su reciente viaje de regreso de Sudámerica a Roma, un periodista le preguntó por qué si la clase media es la que trabaja y paga impuestos en cada país, no se menciona nunca en sus discursos.

El Papa se quedó pensando, y le respondió dándole las gracias por llamarle la atención sobre este aspecto de la vida. Le dijo después que se lo iba a pensar, pues en ese momento no tenía nada que decir, excepto que la pobreza integral y masiva de las clases menos favorecidas era causada por esa clase alta que estruja con su poder y egoísmo  a las personas sin los recursos necesarios. 

Cuando se repasan los textos de Benedicto XVI y sus propuestas para la "nueva evangelización" señala que "evangelizar" significa mostrar el camino que lleva a la felicidad, enseñando el "camino", el "arte de vivir" en este mundo para alcanzar la vida eterna.

Jesús, al inicio de su vida pública nos dice por medio de san Lucas, que yo "he venido para evangelizar a los pobres". Según Benedicto XVI, esto significa: "Yo tengo la respuesta a vuestra pregunta fundamental". Yo sé el camino hacia la felicidad  porque "yo soy ese 
camino".

Y añade Benedicto XVI: "La pobreza más honda es la incapacidad  para la alegría, el tedio de la vida, a la que considera absurda y contradictoria. Esta probreza se halla hoy muy extendida, bajo formas muy distintas, tanto en las sociedades materialmente ricas como en los países pobres. La incapacidad para la alegría supone y produce la incapacidad de amar, produce la envidia, la avaricia, todos los vicios que arruinan la vida de las personas y el mundo". 

Por esta razón, la nueva evangelización es algo urgente. "Si se desconoce el 'arte de vivir', todo lo demás deja de funcionar", señala Benedicto XVI.

La mayoría de la gente no sabe responder a la pregunta "¿cómo vivir?" y por eso necesita del Evangelio. 

Quizá en la pobreza material resulta más difícil encontrar la alegría para recorrer el "camino" que Jesús nos enseña en el Evangelio, aunque el santoral está lleno de santos pobres que supieron vivir la alegría en su camino.

Nos parece que la pobreza de miras, "la incapacidad de amar", es la más grave de las pobrezas, y  no se puede reducir sólo  al ámbito de lo material ni a la consideración de las diferentes "clases sociales". Ni siquiera Marx, que inventó  el concepto de clase,  lo alcanzó a definir en sus escritos, aun siendo clave en las discusiones de su ideología. Juan Pablo II empleó, cristianizándolo, el concepto de solidaridad, también de origen marxista, para implicar en su contenido la noción de "amor" en las relaciones sociales.


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