¿Crisis económica o de valores?

Cuelan los mosquitos y dejan pasar el elefante.

Así estamos. Una parte del mundo llora por el estado de la economía; la otra parte, se está forrando en miles de millones. 

Por eso, decir que la economía está mal merece la respuesta del humorista Gila, cuando le preguntaban, ¿cómo está tu mujer? Solía responder: "Comparada con quién".

Este estado de la economía, dicen, se debe al movimiento devaluatorio de la moneda china, el yuan. Pero resulta increíble que las decisiones de un solo país, calienten y enfríen simultáneamente a tantos otros. Los sabios responden: "Es la globalización", como si de una señora olisca y gorda se tratara.

La verdad es que no nos importa mucho que se esté creando o no  una tensión financiera", 
como hoy se le llama a los desequilibrios producidos en el seno y entre los países. Lo que de verdad  nos importa es que las personas se todos esos países, continentes enteros, sufran sin saber por qué, y que de la noche a la mañana se encuentren sin la posbilidad de subsistir siquiera con la dedicación profesional ejercida durante siglos.

Esa es la verdadera tensión, no sólo financiera sino de vida íntegra, donde las personas, las familias, no encuentran lo necesario para sostenerse. Durante cientos de años se sigue narrando la misma historia: en muchos países, más del 50% de la población vive en estado de miseria. Mientras, la corrupción campa, insensible como es a las necesidades de los demas. Bajo esas condiciones, como dice la canción, "la vida no vale nada", y se dispara la violencia y el crimen en todos los niveles, incluso hasta la edad escolar, empujados por esa moda del bullying, donde cada quien tiene derecho sobre los más débiles.

El egoísmo, la diversión y la cultura hedonista, necesitan del relativismo para defender la falta de principios y valores con los caprichos al uso. Los ataques al Magisterio de la Iglesia, que puede enseñar la verdad infalible para iluminar y formar las conciencias, se incrementan con cada uno de sus pronunciamientos. La tradición, se propala, es algo del pasado (y así lo es "por definición"), impresentable en uan mesa de conversacionens entre gente librepensadora.

Por ejemplo, no hay "malos" y "buenos" en las discusiones entre la Corea del Norte y la del Sur. Pero si hay una falta de respeto e intransigencia notable entre dos polvorines que pueden saltar en pedazos en un desliz de las amenazas niñoides. Como entre Japón y China a causa de unas islas diminutas; o las provocaciones de uno y otro lado entre Rusia y sus estados fronterizos; y la destrucción de Siria, y la de los naciones de Oriente Medio.

El valor de la convivencia se aprende conviviendo en esa tranquilidad que sólo da el orden, una lección que debemos aprender en la familia, reforzar en la escuela y practicar en la interacción social diaria, en donde el mayor debe, por serlo, servir al menor.






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