El secreto de la eternidad: Cuando ya no hay "espacio" se acaba el "tiempo"

 

Los griegos consideraban estas dos dimensiones, "espacio" y "tiempo", y las olimpiadas nacen al inmiscuir a la persona humana en el reto de ir reduciendo los tiempos  al ir recorriendo espacios. Lo básico de la física.

Pero, ¿qué ocurre cuándo se acaba el espacio? El tiempo deja de tener sentido. De ahí nace la noción de "eternidad", el "para siempre", donde viven las personas que ya han salido de este  mundo.

Este mundo, tal como está, fue creado para los humanos, hombre y mujer. Después de este mundo, ni el esposo tomará mujer, ni la esposa hombre. Vivirán como ángeles.

Sólo el amor tiene sentido en una relación desprovista de la dimensión espacio-temporal. Se ha escrito mucho sobre esta relación, pero desde un punto de vista conceptual: se lo ve como algo en frente, pero se suele olvidar meterse dentro y, desde ahí, tratar de decir el ser del amor. 

Es decir, tiene que darse una entrega y abandono sin límite, continuo, en el otro para dejarle su sitio al amor.  Es como dejar de ser uno para ser el otro, y así nace el nuevo ser transformado.

El amor  cuando es puro, sincero, sin recovecos en el alma, recibe fuego a cambio de esa tersura y llega hasta el corazón, quemando todo cuanto toca. Es la escena del camino de Emaús. Cleofás y su amigo se marchaban decepcionados de Jerusalén. Habían matado a Jesús en la cruz del Calvario, pero se les hace encontradizo en el camino, y conversan sobre lo sucedido repasando Jesús lo dicho por las Escrituras sobre su persona y su vida en la tierra. Al caer la noche, Jesús pretende seguir adelante, y Cleofás y su amigo le invitan a quedarse con ellos. Es ahí, al partir el pan, desaparece de su presencia. Entonces de dan cuenta de quien era su acompañante, y se dicen: "¿Acaso no ardía nuestro corazón cuando nos explicaba las Escrituras?"

Así es. Cuando le dejamos sitio a la palabra del Espíritu Santo, el corazón recibe el fuego de su amor, y si se le hace caso, se enciende la vocación y se transforma la persona en lo recibido, y lo pasa a los demás sin pérdida de "tiempo" porque no hay ya "espacio" en el corazón.