Frutos de santidad del cardenal Newman


Mucho se cuenta del cardenal Newman, de su conversión paulatina, de su santidad de vida, apta para subir a los altares después de su muerte en 1899, en la ciudad inglesa de Birmingham, perteneciendo a la Congregación del Oratorio fundado por san Felipe de Neri.

Se sabe menos, sin embargo, de su apostolado, con personajes de altura como G. K. Chesterton, converso también, a quien atrajo personalmente a la fe católica. No en vano en el epitafio del cardenal se lee en latín: Ex umbris et imaginibus in veritatem (Pasó de las sombras y las imágenes a la verdad). 

El atractivo de este gran personaje queda delineado en este comentario: 

Newman consiguió llevar cientos de estudiantes y graduados hacia metas de santidad, luego de ganarles para la causa de la religión. Junto a los contactos personales, sus tractos y otros escritos teológicos, un instrumento esencial en esta actividad de Evangelio fueron los sermones que semanalmente pronunciaba desde el púlpito de Santa María. Merece la pena detenernos a considerar el clima que los rodeaba.

"Todos los hombres razonan, pero no todos pueden dar una razón", solía decir. Los papas, Juan XXIII y Pablo VI lo consideraban objeto de sus meditaciones y de sus sermones.

 A la hora de la verdad, guardan silencio. Eso explica el contubernio en tantos países  en lo referente al bien común. Está bien que la gente piense en sus vacaciones y en pasárselo bien, pero, me parece, en primer lugar se necesita hacer los deberes bien hechos. De lo contrario, la insistencia del cardenal Newman en  cuidar la vida de familia para robustecer así la Iglesia, quedará en agua de borrajas. 

De la misma manera que Newman subía a decir con fuerza desde el púlpito  a exigir lo demandado por la condición de cristianos, cada uno de los admiradores contemporáneos de su santidad de vida deberían salir a las calles y plazas para contarles, como lo primeros cristianos, la razón de ser de su fe, encaminada como está a la salvación personal y a la de sus coetáneos. 

En fin, hay que seguir manteniendo los "contactos personales" para mantener viva la fe de nuestros familiares y amigos. No vaya a ser que  el momento de la verdad nos pille en un sueño. 



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