Si la Iglesia no da la cara, como san Esteban, estamos peor que con Lutero



San Esteban.




Vamos a ver. Quejas, por una u otra razón (ideología), por este o aquel país (poder), por esta conducta deplorable o su opuesta (moralidad), nos llenan la cabeza y los media diariamente.

Al repasar la figura, una de tantas, de san Esteban, vemos algunos miembros de una sinagoga de "los Libertos" y de otros lugares del norte de África y la hoy Turquía, perder terreno de sus posiciones (ideología) frente a las verdades contadas por Esteban. Recurren entonces a tratar de someterle (poder) ante  los "ancianos y escribas" con el fin de callarlo, por medio del "soborno" (moralidad inhumana).  (Vid. Ac 6, 8-15).

Es decir, nos encontramos desde los principios del cristianismo, con la presencia de las tres "quejas" de nuestro tiempo en lo concerniente a la vida, la verdad y la fe cristianas.

Falta, a nuestro entender,  dar el paso dado por san Esteban: salir a la calle. La Iglesia es algo más que el recinto más o menos cuidado, donde algunos cristianos --cada vez menos-- asisten a sus deberes semanales. La Santa Misa, por ejemplo.

Pero, nos podríamos preguntar: ¿quién es la Iglesia? Y aquí es donde la burra tuerce el rabo. No es el conjunto de los obispos, sacerdotes, religiosos y monjas. No. La Iglesia somos tú y yo. 

Ahora, la vemos en peligro. Ella es nuestra Madre. Y si no salimos a la calle a defenderla mediante la verdad, haciendo caso omiso del poder porque nadie puede silenciar a quien le dice a un amigo, a un compañero de trabajo la razón de su vida, sus creencias, entonces estamos cayendo bajo el soborno, la inmoralidad, hecha pública, sobre asuntos privados, que sólo competen a la persona y los medios de comunicación se saltan a la torera, pregonado la inmundicia que escurre por las paredes de la opinión pública.

Por eso san Esteban, en los comienzos de nuestra fe, es un gran ejemplo para nosotros hoy: hay que salir a la calle.

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