La verdadera unidad entre los hombres

Cor unum et anima una, leemos en los Hechos de los Apóstoles refiriéndose a la forma de vida de los primeros cristianos que tenían todo en común.

La raíz de la verdadera unidad entre los hombres no está tanto en la posesión comunitaria de las coas, sino en la comunidad de tradición. Aunque parezca impositivo el sentido de  esta frase, se refiere a la "participación común en el sagrado depósito que remite a la palabra de Dios". Así concluye el filósofo Josef Pieper sus consideraciones  sobre la conexión entre filosofía y ciencia, entre tradición y procedencia desde antiguo de la realidad misma. Cuando se suprime la tradición nos quedamos sin nada. Después de discurrir desde los "antiguos" y sin negarles su sitio a las culturas orientales, Pieper se pronuncia por una "unidad" en los orígenes sin la que no se puede aspirar a una "unidad" actual.

Por originalidad, por despecho o por ignorancia, a veces se omite que en el principio siempre hay alguien que ha dado algo cuyo valor se ha conservado hasta el tiempo presente porque se creyó y se cree que vale la pena conservarlo. 

Hoy vemos cómo, en buena parte, se ha roto esta "unidad" tan deseada en el seno mismo de la familia, en las instituciones y entre países. La guerra no puede ser la salida para la paz. Los ataques son continuos en el ámbito donde más se requiere del diálogo, en los parlamentos, supuestamente abocados a conseguir el bien común mediante metas conseguidas a base de prudencia. Los insultos, las caras largas, el salirse con la suya con deprecio a las opiniones y sugerencias de los demás, se queda en agua de borrajas cuando en el fondo, sólo se busca el poder por el poder.

Yo, que ahora tengo el poder ---parece duo deducirse del actuar de tantos políticos y hombres de empresa---, voy a hacer lo que me da la gana, les guste o no les guste a los demás.  A concretar este punto  contribuye la retórica ---mala--- durante  lo más arduo de los debates, tan cercanos a la riñas callejeras.