¿Qué diferencia hay entre el perezoso y el incrédulo?








En principio, el perezoso no quiere hacer  lo que Dios quiere; y el incrédulo no quiere creer que Dios pueda querer algo de él porque no existe, no es real.

Se ha indicado con frecuencia el mal contemporáneo del "relativismo",  actitud consistente en afirmar que todo, la realidad  entera depende del "cristal con que se mira". En el fondo de esta forma de "mirar" se halla el no querer ver. Para lograrlo, y así salirse con la suya, quienes optan por colorear la visión al alma; para ello se elige, caprichosamente, el cristal adecuado para afirmarse en su postura. La realidad se desfigura a placer. De este proceder nace la persona negativa, que gasta su vida en "negar" lo que es. Al contrario, el realista tiene la mirada puesta en "afirmar" lo percibido. No caben más posturas: afirmar lo que es, o negarlo. Claro, esto se puede manifestar con más o menos poesía, con más o menos inteligencia.

Por eso, el "perezoso" niega la evidencia de lo que es, y gasta su vida en querer ser otro, queriendo ser algo distinto, de cuyo modelo bebe la cultura trans. La moda, por ejemplo, trata de encubrir de la realidad lo sobrehumano que hay en el hombre, su dignidad,  a base de realzar sólo lo humano. De esta manera se pretende desfigurar ocultando la realidad total del hombre y quedarse a lomos de la parcela material de su ser. (Keep calm).

Y el "incrédulo" se pavonea haciendo lo que quiere, pues nadie hay ahí para pedirle cuentas. Para el que no quiere creer es porque ha adoptado como lema de vida: nihil obstat (todo se vale).













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