Esperanza...¿en lo político? Europa cree en el dinero

¿Poner la esperanza en lo político? Estamos asistiendo a un proceso de despolitización en el mundo entero, incluso en los países donde todavía prevalece el autoritarismo gubernamental.

Se habían creado ilusiones  después de la gran contienda mundial del siglo pasado sobre la capacidad y voluntad de los gobiernos de atender en serio a la consecución del bien común. Paulatinamente, sin embargo, la visión del bien común se fue inclinando a la búsqueda de "poder" personal y sin la competencia y honestidad necesaria para ocuparse del ciudadano y de su bienestar.

Los ciudadanos se han ido convirtiendo en peldaños para lograr un fin personal de lucro, de ambiciones inconfesables de todo tipo, ajenas a las necesidades de una sociedad cambiante, huyendo de los hedores de la guerra y de la reconstrucción de los países, y abierta a una colaboración capaz de logros personales  familiares como consecuencia de la creación de empleos para todos, especialmente para el hombre. La mujer, tenía bastante con su dedicación a sacar adelante las tareas del hogar, y la dedicación esmerada y puntual de la educación de los hijos.

Podemos pensar un momento en el nacimiento de la Unión Europea, hoy, amenazada por los egoísmos fatuos de muchos de los representantes de los países. El concepto de unidad, nacido de la coherencia católica de sus fundadores (Robert Shuman, Jean Monnet y Alcide De Gasperi), ahora se desvirtúa y diluye con la preponderancia de lo material y bélico de sus 27 miembros,  de donde se separa Gran Bretaña y se coquetea con Turquía, uno siguiendo su vocación de splendid isolation; el otro, siguiendo también su vocación musulmana, no exenta de extremismos intolerantes. Ni siquiera en esa Unión Europea hay suficientes hijos para encarar el futuro con esperanza.

En fin, la esperanza, en sentido fuerte, como virtud teologal, está pasando días de espesos nubarrones, que impiden ver a Europa un poco más allá de los problemas materiales del presente y a causa del ateísmo reinante. Ya apenas queda lugar para el misterio, que nos une con el más allá, sin entenderlo, y todo se vuelve absurdo por culpa del poderoso dinero, y se rinde culto a personas tales como Charlotte Casiraghi, nieta de Grace Kelly, 33 años, que cuenta  con una fortuna de (¿miles de?) millones de euros (De paso sea dicho, es la única "filósofa", egresada de la Sorbona, poseedora de tal fortuna. ¡Si Sócrates levantara la cabeza!).








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