¿Por qué ya no se leen vidas de santos?

Es notable la ausencia de vidas de santos en librerías, cine, internet y espacios de las redes sociales. ¿Por qué?

Porque han dejado de importarnos. Las páginas de los media se llenan de artículos donde se exhiben los escándalos de actrices y actores sin fundamento. Se ha dejado de mirar a lo "digno de admiración", esto es, que el hombre tiene un fin, cada uno de los hombres, y tiene también libertad. 

Claro, la libertad se empequeñece, se mutila, con el "miedo", al abrir las puertas de la "trascendencia" hacia dentro. De ahí el "miedo a procrear", por ejemplo, a controlar la vida una vez cegado  el camino del amor. Y nos recordaba Kierkegaard, que las puertas de la libertad se abren hacia fuera.

Hay mucho "miedo" en la sociedad y se transmite hasta la familia, porque ya en ella se están dando casos de perversiones horrendas. Si el ejemplo dado en el seno de la familia fuera se alegría y serenidad, incluso en los tiempos difíciles ---siempre los hay---, entonces todos querrían formar una llegado el momento. Sin embargo este no es caso. La mayor  parte de los casos presentados en las "series", películas y artículos de los media son los de personajes sin ningún compromiso personal o social.

Todavía recuerdo la serie sobre la Vida de santa Teresa de Ávila, producida Cuando TVE aún se atrevía dar este tipo de mensajes. Teresa y su hermano Rodrigo se escapaban de su casa, fuera de las murallas de la ciudad, para morir mártires a manos de los moros. Todo ello a raíz de los ejemplos captados de las "vidas de santos" leídas por sus padres junto al hogar familiar.

El ejemplo, arrastra. Si queremos comenzar a dar un giro a este mundo nuestro, podemos comenzar leyendo un buen libro en voz alta, en familia. Así podremos rescatar de nuevo la noción de libertad, y dedicarla a alcanzar el fin propio del hombre, de todo hombre.

Así iremos infundiendo desde el hogar, lo que ya el sistema educativo quiere arrancar de las familias, con hijos ajenos, y los quizá algunos media repensarían sus contenidos. Nos hace falta sobre todo, la ejemplaridad de quienes ocupan cargos públicos a todos los niveles.