La fe está en medio de las crisis de las familias reales







La reina Isabel II de Inglaterra es la cabeza de la Iglesia anglicana. Desde la separación de la Iglesia Católica de la mano de Enrique VIII en 1534, el monarca en turno ha desempeñado esta función sobre cerca de 80 millones de anglicanos actualmente. Durante estos días se está celebrando el "octavario" por la unión de las iglesias. 

El desempeño de Isabel II como reina parece impecable. Su labor de madre de cuatro hijos (el tercero, Andrés, su preferido, nace 10 años después del segundo, Carlos, debido a desavenencias  familiares respecto a la prevalencia del apellido Windsor de la reina Isabel sobre el de su consorte Mountbatten), tres de ellos divorciados de sus cónyuges,  contrasta con el del trabajo de reina, sobre todo si se considera su posición de cabeza de la Iglesia de Inglaterra. De hecho, desde el divorcio de Enrique VIII en 1540, 400 años antes, nunca se había dado un divorcio en la casa real inglesa, hasta el de la princesa Margarita en 1978, hermana de Isabel II.

Algo se ha roto es esa tradición rota  por los amoríos de la princesa Margarita. Las infidelidades de los hijos de la reina Isabel II se reparten entre las del príncipe Carlos con Cecilia Parker Bowles (su actual esposa), a costa de su matrimonio con Lady Diana; las aventuras recientes del príncipe Andrés y el fracaso del matrimonio de Ana, la hija mayor. Sólo el príncipe Eduardo ha salvado su casamiento hasta ahora. Quizá la educación "exclusiva" de los hijos, desarraigada del ámbito del hogar, no contribuyó en este caso a formarse en los valores de la fe y los de la familia.  

Ahora se asoma en las fotografías el cabello rojizo del príncipe Harry (hijo del príncipe Carlos) y recuerda el de la  lejana  casa de los Tudor en las figuras de Enrique VIII y su hija Isabel I de Inglaterra.  La actualidad de la casa de los Windsor se marca hoy con las posturas del príncipe Harry y su esposa Meghan Markle. 

La joven Megham de 38 años, americana, de otra cultura, tres años mayor que Harry, divorciada y actriz, tiene todos los boletos para ganar el triunfo de la saga más mediática de la realeza británica. No sabemos sus motivos para casarse con Harry, pero se pueden pronosticar fácilmente. No son tan fácil de saber lo del príncipe Harry. Sin duda, los avatares de su madre, la princesa Diana, han debido dejar una huella notable en el alma del entonces adolescente en su juventud. Las declaraciones de Diana a los media llenaron los titulares: "...Eramos tres en el matrimonio". De ahí quizá la rebeldía de este príncipe Harry, que nadie sabe cómo concluirá.

De estas observaciones se deduce la importancia de la educación en la fe a partir de la familia, donde el ejemplo es el primer artífice a la hora de colocar los fundamentos de los valores cristianos, a los que esta semana encomendamos de manera especial, para que se produzca esa unidad tan necesitada en la familia y en la vida social.

Es una buena ocasión en este "octavario", que vence hoy,  para encomendar la unidad y la educación en la fe desde la familia.







Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuando se acerca la muerte, y se piensa en el Purgatorio

La noche de las Perseidas, y san Lorenzo de Azoz

A veces se nos olvida que lo santos vivieron ---y viven--- en la tierra