Sin Dios no hay "amor", y la luz se apaga.



El amor se va; la luz se apaga




La gente suele pasar página cuando se menciona el tema de la fe, o cambia de conversación. Quizá no saben que esta ausencia está íntimamente relacionada a la escasez de amor sobre la tierra, un tema sobre el que los media  suelen dar buen recuento, a su manera.

Me explico. Se ha publicado en las "redes sociales" un ingenioso experimento. Un profesor acude a su clase con alumnos ya jóvenes, rayando la entrada a la universidad o ya en cursos de una carrera universitaria. No importa. El profesor se detiene delante de la pizarra y, sin decir palabra, garabatea la tabla del nueve. Todo va bien, pero en uno de los resultados se produce un fallo: nueve por nueve no es 82, sino 81. 

Los alumnos esbozan una sonrisa. Uno de ellos se atreve a cuestionar ese resultado erróneo. El profesor, cuyo juego sí estaba bien calculado, le replica: "Usted ha visto este error, pero no se ha percatado en los nueve aciertos, sin error, de la tabla de multiplicar". El juego lleva a la reflexión de los alumnos sobre los juicios hechos sobre la conducta de los demás, en especial sobre las equivocaciones queridas o sin querer. 

Por supuesto, los juicios negativos, aun con fundamento, ensombrecen el comportamiento ajeno y diluye, quizá, una vida llena de aciertos. Los media son expertos en diseminar estos errores y acallar los logros. No se trata de ocultar los yerros, pero falta sopesar la conducta total de una persona.

Se repite una y otra vez ese ver la paja en el ojo ajeno y pasar por alto la viga en el propio. De obrar así se sigue la creación de un mal ambiente, enrarecido por el chisme, dimes y diretes de soltar lo negativo de los demás, sin reparar en el daño causado a quien se denosta --ya digo-- con o sin razón. 

Por eso el principio de "callarse cuando bien no puedas hablar" sigue teniendo vigencia, aunque tal comportamiento acarrearía la ruina de muchos de los media actuales. Muchas veces desconocemos la totalidad de la verdad sobre un comportamiento, o las razones que llevaron a esa persona a actuar de la manera que lo hizo. En el caso del profesor mencionado, se valió de esa estrategia para dar una buena lección sobre la ligereza con que se emiten los juicios negativos, a pesar de desconocer  las causas del comportamiento ajeno, y, sobre todo, sin  querer ver los aciertos de la conducta ajena.

En este apartado caben los juicios emitidos sobre la conducta de los padres, las faltas de lealtad con los superiores y del respeto debido a toda persona por ser quien es. En fin, no se trata aquí de una apología del mal, sino de encauzar debidamente las correcciones por el cauce debido a las personas cuya conducta nos parezca impropia. 

Hablar cara a cara, sin intermediarios, suele ser de gran ayuda. Sólo cuando este procedimiento no funciona, se debe recurrir a otra instancia, siempre con el ánimo de ayudar al que yerra.

De esta manera se contribuye a que no desaparezca el amor sobre la tierra, se descubra lo bueno de los demás, y se cultive  más el perdón para no convertirnos en una sociedad violenta y aguerrida.

Cuando se saca a Dios del mundo, se acaba el amor. Sólo Él es amor.


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