El término "global", tan de moda, no es un sustantivo: es puro socialismo

Quien mucho abarca, poco aprieta.



El término "global" encierra el deseo de abarcarlo todo. En el fondo, en un tiempo de "relativismo", donde lo sustantivo no tiene peso, se trata de llenar ese vacío de lo esencial con un adjetivo en cada aspecto de la vida. Pero antes de dar un paso en esta dirección, debemos tratar de ver si la realidad verdaderamente ofrece vestigios de esa pretendida relación global de todo con todo, o, por lo menos, mostrar escalas de urgencias en los problemas a resolver. 

Por ejemplo, se acaba de conceder el premio Nobel de Física a tres destacados investigadores, dos de ellos debido al hallazgo de planetas fuera del sistema solar. Está bien. Pero en una escala de prioridades hay asuntos más apremiantes, si nos fijamos en la carencia de medicinas y atención médica debida a los ciudadanos de una comunidad. No son los exoplanetas, sino los planetas de nuestras órbitas cotidianas quienes requieren de atención primaria, como en la parábola del "buen samaritano". A veces, pienso, nos estamos yendo muy lejos a la hora de otorgar reconocimientos y conceder  premios.

Tarea vana. Al suprimir la verdad, la realidad pierde fuste. De esta manera, pasan a un primer plano las "tendencias", la moda, lo que se lleva, los vientos recios de la opinión con o sin fundamento.  La investigación pasa a un segundo plano. Los media  exigen con prontitud llenar los espacios puntualmente. Y esa falta de tiempo y de profesionalismo, hace, incluso en las universidades más conspicuas, dedicarse a la casi mecánica tarea de dar clases y charlas por todas partes, pero sin investigar un átomo siquiera de la realidad, lo que las cosas con.

Esta ambición de abarcarlo todo no tiene  límites. Comenzando por los media,  El País de España suscribe bajo  su cabecera  debajo el subtítulo: "El periódico global". Deseos de grandeza, de ocuparlo todo, para diseminar notas proclives a la  ideología socialista por todo el orbe, recogiendo ejemplos de aquí y allá, para, de esta manera, proponer con un manojo de casos particulares  las tesis del materialismo en cada ámbito de la vida, aunque abogan por el aborto, el feminismo radical, el cambio climático y todas las combinaciones posibles habidas y por haber. 

Se adhieren al principio de que "todo tiene que ver con todo".  Visto así el "globalismo", según algunos, pretende creer que la humanidad, el todo, sólo se desarrollará mediante la "globalización", y de esta manera se garantizará la paz futura. Si no es por un lado es por otro: la ecología se une con la economía, y esas dos dimensiones se relacionan con todo.  Una ministra española aseveraba no hace mucho, "Es imposible pensar en un crecimiento infinito en un planeta finito", y se quedaba tan tranquila, quizá por haberlo dicho lo obvio sin pensar.

No hacen falta argumentos: otra de sus principios prácticos. Si algo se calienta, lo que sea, el PIB decrece, sin más. Cuando a un "socialista" se le acaban los argumentos, añade a su falta de relaciones entre sus pretensiones, el término "global", "ambientalista" o "activista" y todos tan tranquilos porque, ahora sí,  eso es el comodín de toda disputa. Lo abarca todo. 

Trump se queja de la irrupción del "socialismo" en el ala izquierda del partido Demócrata de Estados Unidos. Este país, reacio a conceder un sólo minuto a una exposición bajo el rubro de "socialismo", ahora se encuentra con la presencia de algunas mujeres radicales (Ilham Omar, Rashida Tlaib, Ayanna Presley y Ocaso-Cortez, Sharice Davids entre otras) que, con sus miras en el Congreso, imprimen su  giro en sus reclamos continuos a las políticas actuales. 

Calentamiento global. Es cierto, pero debido a las confrontaciones, amenazas, guerrillas y guerras continuas en cualquier rincón del "globo". Han descubierto la calle para sus reclamos y van encendiendo e inquietando a la ciudadanía.

En fin, lo "global" per se no trae la paz ni el "progreso". Los adjetivos matizan, pero no resuelven. Quien mucho abarca, poco aprieta.