Principios (educación) o seguridad (armamentismo)


Quienes, mentes humanísiticas, piensan en la necesidad de educar de acuerdo a unos principios inamovibles, a partir de los cuales se puede derivar todo lo demás, y hacer el mundo más vivible.

Otros, sin embargo, le apuestan a la seguridad, es decir, a la necesidad de tomarse seriamente la justicia y obrar en consecuencia: jueces y delincuentes deberían aplicar si miramientos la deriva de la ley en cada caso. El "consecuencialismo" caería más en esta vertiente.

Los pasos de la prudencia nos pueden enseñar lo complejo de la "toma de decisiones" en cualquier ámbito de la vida. Tener en cuenta la memoria del pasado, inteligencia de lo presente, docilidad, sagacidad, razonamiento, providencia, circunspección y cautela o precaución son los aspectos de una virtud, la prudencia, a la hora de encararse con el camino a tomar  y evitar perderse ante los reclamos del ambiente. 

Nos recuerda la situación de Ulises. Se hizo atar al mástil de su embarcación para no caer seducido por los cantos de las sirenas, atractivos en extremo sí, pero conducentes a perdición de la vida en las fauces y las garras de las autoras de tales melodías.

Cuando el hombre se mueve necesariamente por la razón, no tiene tiempo a veces para discurrir por el entramado de la virtud humana de la prudencia. Se requiere de un auxilio superior, un don venido de arriba, del Espíritu Santo. En este caso se trata del don de consejo. Sin los vericuetos del razonamiento obscurecidos con harta frecuencia por las pasiones o por el capricho, nos sitúa este "hábito" sobrenatural el auxilio necesario para acometer atinadamente el camino seguro ante una situación difícil o imprevista. ¡Cuántos lamentos no hay por haber sucumbido en estas encrucijadas, porque nos convencemos, como decía san Agustín, de que "lo que queremos es bueno, y lo que nos gusta, santo"!

¿Y cómo se consiguen estos dones, tan necesarios para no caer en las tentaciones del camino? Estos dones se dan desde el bautismo a toda alma en estado de gracia. Claro, al perder la gracia santificante, se pierden con ella lo dones recibidos, en este caso, el don de consejo, y se queda el alma a merced de las "virtudes humanas", donde su fuerza radica en el tesón y perseverancia adquiridos por la repetición de "actos humanos" conducentes al logro de la virtud.

Consideremos por un momento el estado actual del "armamentismo" en el mundo. Además de la ciberguerra en ciernes, una amenaza patente en los ataques, por ejemplo, durante en las campañas políticas de las grandes potencias y en los 500 ataques "mensuales" sufridos por la OTAN, sin contar los recibidos por Apple, Sony y Yahoo. 

A esta injerencia mundial, se debe sumar la amenaza de misiles nucleares entre Estados Unidos, China, Rusia y Corea. Cualquiera de estos países puede paralizar a otros con tan sólo oprimir un botón, pues estos artefactos ya son indetectables por los sistemas de alerta vigentes. 

Para muchos de los actores involucrados en las decisiones de "atacar" a los demás por alguna razón, no se puede invocar la presencia de los dones, ante la falta de condiciones de gracias para lograrlos. Pero incluso, la presencia de la virtud de la prudencia quedaría en entredicho al no darse el recorrido por los pasos anunciados más arriba. Por ejemplo, la memoria del pasado se borra cuando una de las partes cree tener la superioridad necesaria sobre sus rivales como para anular sus amenazas. Asimismo, la circunspección (ese mirar a uno y otro lado del entorno), según hemos visto, se evapora casi al inutilizarse los sistemas de alarma debido a lo indetectable de los ataques. También el vivir la cautela se puede dificultar por la "soberbia" de quienes ya llevan años tratando de doblegar al contrario. 

En fin, en la práctica vemos la dificultad de vivir incluso esa virtud humana de la prudencia. por una parte, se podría confiar en los sistemas educativos para formar desde la niñez para enseñar a vivir  los principios clave para la toma de decisiones en la vida. Si embargo, muchas sistemas educativos dejan de lado este apartado y se deja todo el fundamento ético de la sociedad en manos de la seguridad

El problema, entonces, se hace patente cuando el manejo de la seguridad se deja en manos de quienes no tienen "principios". La educación no resuelve todos los problemas, pero es el camino a incoar para conseguir, luego, una mejor "justicia".

Pero, ¿cómo se van a ocupar de las "consecuencias" quienes no tienen "principios"? (con perdón del señor Singer).












Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuando se acerca la muerte, y se piensa en el Purgatorio

La noche de las Perseidas, y san Lorenzo de Azoz

A veces se nos olvida que lo santos vivieron ---y viven--- en la tierra