Lucía en Fátima: cómo llamaba a María




Los pastorcillos de Fátima durante una de las apariciones en 1917.






Hay personas trabajadoras, no de sol a sol, sino desde antes del amanecer y hasta después de empezar a oscurecer. No paran de atender a los demás durante toda la jornada.

Una de esas personas trabaja en una peluquería. Pasan por sus manos las cabezas (y los pies, de quienes solicitan  los servicios de pedicuría) de muchos. Al final de uno de sus servicios, esta peluquera le pregunta al cliente si se encontraba bien, pues había observado  su recogimiento durante el servicio. Le contestó que sí, que se encontraba bien, y la peluquera respiró aliviada. 

Sin embargo, para ser más concreto, el cliente le contó cómo durante el tiempo del corte de pelo, se había dedicado a rezar  el rosario. Pero la peluquera, aunque católica, nunca había oído hablar de tal devoción.

Cuando me relataban este suceso, pensé en la presencia de la Virgen en tantas apariciones recientes, reconocidas como tales por la Iglesia Católica. Hoy se celebra una de ellas: la primera aparición de la Virgen en Fátima, a tres niños (Lucía, Jacinta y  Francisco) sin cultura ninguna, más allá de la del cuidado de las ovejas como pastorcillos. De nuevo, el Señor ponía los ojos en la humildad de estas criaturas.

Dos de estos niños ya son santos; la tercera, Lucía, lo será pronto. La Virgen vino para pedir "penitencia" y el "rezo del santo rosario", como una manera eficaz para conseguir la paz y la conversión de las almas y así evitar su ida al infierno. Por ejemplo, Jacinta, una de los tres videntes, comía bellotas y aceitunas amargas para "convertir a los pecadores", así como "aguantar la sed" en los días calurosos del verano junto con Francisco y Lucía.

Resulta edificante ver la pedagogía de esta Madre del cielo: en su segunda aparición les mostró a los niños el "infierno". Se asustaron, sí, pero jamás se olvidaron  de rezar por las almas de los agonizantes y de quienes necesitan salir de una situación de pecado mortal.

Como Madre eficaz nos pide algo concreto, asequible, para cambiar la suerte de tantos como se cruzan por nuestro camino. 

Hay sin embargo quienes, como la peluquera, ya entrada en años, en pleno siglo XXI, para quienes nunca oyeron hablar de esta devoción de ya casi 800 años. 




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