Tratados de libre comercio: ¿hay algo que hoy no se incluya en este rubro?










Desde los fenicios, las aguas del Mediterráneo se llenaban de mercaderes ávidos de colocar sus mercancías en los grandes puertos de Ostia y Barcelona. Junto a ese trasiego se difunde el alfabeto fenicio, cuna de nuestros signos lingüísticos. El comercio se facilitaba con la presencia de un lenguaje común, y por medio de la actividad mercantil se va forjando una cultura común.

No está mal. Si hoy abrimos las páginas de los mass media salta a la vista la imborrable presencia de este legado fenicio. Mejor dicho, todo parece reducirse a comercio. El llamado TLC (Tratado de Libre Comercio) entre Canadá, Estados Unidos y México discurre ahora entre los sobresaltos de una nueva negociación, entre los peligros de navegar entre Escila y Caribdis, acantilados y remolinos.

Paralelamente, 11 naciones tratan estos días en Vietnam  el Acuerdo Estratégico Transpacífico de
Asociación Económica, (TPP, por sus siglas en inglés) después de la salida de Estados Unidos de este convenio.

No todo se reduce a "comercio". Pero la "balanza comercial" se cuela hasta los "vientres de alquiler", no permitidos en España, pero vigentes en una docena de países. Si tú pagas lo debido, yo me encargo de la gestación de tu hijo, algo impensable tan sólo hace unos años.

Junto a esa vertiente, tan cercana a lo más íntimo de una familia, se comercia con "mujeres" para alimentar el negocio de la prostitución, con "niños" para satisfacer la máquina depredadora de la pederastia, con "personas" de cualquier edad con el fin de llenar los huecos de la economía informal en y entre países, con "armas" porque los países tienen derecho a la defensa, con "drogas" porque tienen demanda en todo el mundo, con " tráfico de influencias" para dar cabida a negociaciones vetadas por ley, con "sobornos" para conseguir lo prohibido, con "sexo" para medrar en la carrera profesional, en fin, prácticamente todas las esferas de la vida se pueden someter a estos enjuagues "comerciales", incluso la nobleza de sangre, los famosos y políticos se apuntan a los "paraísos fiscales" para no declarar a hacienda lo debido.

Si hay quien pague, se le suministra el servicio solicitado. El fin "justifica" los medios se ha aceptado sin reservas en amplios sectores de la vida diaria.

Las palomas y los bueyes junto con las ovejas ya no se venden en el templo como antaño, convirtiéndolo en un "mercado". La caterva de personajes involucrados en en los casos mencionados, no se apuren, ni siquiera van al templo.


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