La pobreza de no tener hijos

Los mass media no desaprovechan la ocasión para desbaratar la familia, pero sus propias estadísticas muestran el sinsentido de su eliminación a la hora de resolver tanto los problemas educativos como los económicos de los países.

Por ejemplo, cuando campa la división matrimonial y los hijos se quedan con una de las partes en litigio, se aumenta la tasa de pobreza en un 20%, aproximadamente, en las familias desunidas. Es decir, los hijos no son un gravamen per se. Se convierten en un peso adicional sólo cuando los padres deciden separarse. No es la presencia de los hijos el camino a la pobreza, sino la ausencia de los padres al desentenderse entre ellos.

Y como la familia es el fundamento natural de la sociedad, la sociedad se empobrece cuando la familia quiere dejar de serlo en su estructura y funciones. El vacío de la natalidad da al traste con la idea de "progreso", imperante en la cultura occidental durante las tres últimas centurias. Un musulmán contaba a un amigo nuestro en Viena por qué los seguidores del Islam se iban a adueñar de Europa sin meterse en una campaña bélica: nosotros tenemos una media de seis hijos por familia, y ustedes, los católicos, con uno les parece suficiente. Para el 2040, Europa será nuestra.

Olvídense de los dimes y diretes del "calentamiento global". El problema real comienza con la falta de hombres que produzcan lo necesario para conservar la vida. Y, de momento, esos hombres vendrán de la migración, les guste o no les guste a los países receptores.

Otro problema de las bajas tasas de natalidad resulta al considerar las pensiones. Actualmente ya hay unos cuantos países sin recursos suficientes para pagar a los pensionados las cantidades acostumbradas. No hay suficiente mano de obra para contribuir al fondo de pensiones, y los Estados, por medio de subsidios astronómicos, tratan de equilibrar la balanza durante un tiempo. Los jóvenes, por ejemplo, tienen la tasa de desempleo más alta, y su situación se mantiene gracias a la ayuda de sus padres; mientras, no contribuyen al fondo pues no cuentan con un ingreso fijo.

Cuando Dios creó el mundo, sólo dio un par de indicaciones claras: "Creced y multiplicaos" (hijos) y "trabajad la tierra" (fuentes de empleo). A veces se nos olvidan estas directrices, tanto a nivel público como privado, porque la ciencia, parece desaconsejar estos caminos.

Dan ganas de gritar: Vivan las madres que dan a luz, y quienes saben crean fuentes de trabajo.

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