El lugar de encuentro con Dios es el mundo






Un amigo  recordaba no hace mucho sus tiempos de estudiante en la Universidad de Navarra cuando, en 1967,  el hoy san Josemaría Escrivá, leyó la homilía durante la Misa celebrada en el campus, a cielo abierto, bajo el  sol  de Pamplona.  De manera particular recitaba la frase grabada en su alma, dicha con tono fuerte por el celebrante,  al referirse  a los hombres de la calle, enfrascados en sus rutinas de la vida diaria: "Si no encontráis a Dios en las cosas ordinarias de cada día, no lo encontraréis nunca". Esta frase, decía, me cambió la vida.

Al reflexionar un poco nos damos cuenta de la importancia del mundo como lugar natural para el encuentro con Dios.

Esta realidad tiene un fundamento sencillo. Si Dios es amor, es el amor quien crea a cada creatura. El amor no ama y luego deja de amar. Por el contrario, ese amor permanece unido con su creación "para siempre". Por tanto, en el caso del hombre, va a ser en el mundo donde se irán dando los encuentros con el creador, hasta la llegada a la contemplación definitiva.

Esta verdad proporciona una fuente de alegría, muy por encima de los posibles  trastornos de la vida diaria, vividos o encontrados en las páginas de los media. 

La cita de la homilía no deja lugar a dudas. El hombre está llamado a encontrarse con su creador desde el mismo momento de su encarnación. Es decir, Dios ama con locura a sus creaturas y no las va dejar solas ni un solo minuto de su existencia, aunque, a veces, las preocupaciones de la vida parezcan indicar lo contrario.

El optimismo del cristiano tiene un fundamento real. Destinado a recorrer un camino conducente a un fin concreto, al atardecer de la vida se abren las puertas de la felicidad para siempre. No podemos seguir involucrados sólo en las noticias del mundo, compitiendo entre ellas por un puesto de honor en el podium del sensacionalismo y el mal gusto. Porque en el umbral de esa entrada, habrá un juicio definitorio según las obras de cada uno.





Aunque fueran ciertas algunas de las noticias traídas a colación por los media, algo cada vez más puesto en duda por amplios segmentos de la población,  se echan de menos esas verdades de siempre y para siempre,  referidas a ese fin del hombre. A fin de cuentas, lo "único necesario", lo verdaderamente importante, pero guardado en silencio en la trastienda para no inquietar innecesariamente al personal.

Y la más grande de las noticias consiste en ese destino dispuesto para cada uno: hacer bien las tareas ordinarias del día a día, querer a quienes se cruzan por el camino y ofrecer todo esto, como un ramillete sencillo en la envoltura del amor, alcanzable, a quien veremos justo antes de cruzar el umbral desde donde ya no hay marcha atrás.

Sólo habrá una pregunta: "---¿Me quieres?"                                                         Obras son amores.










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