¿Vale la pena seguir apostando por la educación?

Al tocar este tema, se nos viene encima una montaña de argumentos, indiscutibles ayer, pero cuestionados hoy. Cuando se mira esta dimensión de la cultura de un pueblo, debemos atestiguar que lo que hoy se llama educación, no funciona. Se presenta la realidad virtual como la realidad misma.

Se ha fragmentado el saber. Cada "loco" con su tema. Los saberes adquiridos así, por cada quien, apenas tienen sentido. Y, lo que es peor, la obsolescencia de lo conocido, si bien les va a los "educandos" apenas les alcanza para una década. Eso sin entrar a fondo en todo el tema de la robótica, red gigante para suplir y desplazar a los humanos. Sin tocar siquiera los costes de la empresa educativa en cada país, siempre insuficientes.

¿Por qué decimos tal cosa? Por una sencilla razón. La educación, desde que el mundo es mundo, desde que los griegos enseñaron a robustecer el país por medio de ciudadanos instruidos en esclarecer la realidad de los diversos ambientes donde se movían, no hacían sino prolongar la primera lección del Génesis. Y no es que queramos caer en un reduccionismo sin sentido. La verdad une.

Veamos. ¿Cómo es posible que una persona que haya estudiado durante quince años, es decir, un preuniversitario, se encuentre en la calle sin un empleo con el que pueda decidirse a formar una familia y mantenerla? 

Una respuesta tentativa es división y dispersión. El sentido de la obra completa, se pierde. Antes de concluir los estudios, ya se requieren nuevos conocimientos y habilidades. Incluso después de acabar una carrera universitaria se requiere de una especialización, un MBA, en el extranjero si se quiere estar al día. Los costos, naturalmente, se incrementan. La deuda crece. No cualquiera puede costear estos largos años de estudio, sin trabajo, sin ingresos.

El hombre no capta algo con su corazón. Por eso no tiene conceptos. La tecnología vigente nos permite "hacer" muchas cosas, pero nos deja el corazón vacío, insensible para acercarse a la realidad y a los demás. 

Antes los retos actuales (siempre los ha habido), la gente, los políticos en primer lugar y los periodistas que los cubren, navegan en la inopia balbuceando voces ininteligibles. No se saben orientar en el mundo que les toca vivir. Después de tanto jugar con la verdad, ya no saben qué es real o  no. 

Este desconcierto generalizado, por tanto, se esconde en la educación impartida en tantas instituciones de enseñanza alrededor de mundo. Se ha sustituido la verdad por la ideología. Los conceptos, cuando los hay, "están hechos" de imágenes de fantasía y el hablar según a cada quien le parece, como en una nueva Torre de Babel. La esencia del lenguaje, que también debe enseñarse y corregirse en la educación, no está el el mero decir algo, sino en decir lo que algo real es.

Entonces, no se trata de persuadir, mucho menos seducir, sino de enseñar lo que está ahí y lo podemos descubrir cada uno. Y la realidad virtual no es todo el problema, pero es uno de ellos.




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