El punto clave de nuestra civilización: Dios y familia



Fotografía de la civilización hasta mediados del siglo XX, según Thornwell Jacobs, quien mandó incluir estos objetos en una cámara sellada de 6x3 metros, que no se abrirá hasta el año 8113, en un sótano de la Universidad de Oglethorpe (Georgia), una distancia temporal equivalente a los años del calendario egipcio (creado en 4241 a. C.) sumados a  la fecha en que se le ocurrió al rector Jacobs esta idea.






Se empieza negando a Dios. Paulatinamente, las voces de quienes defienden su presencia desde el principio de la creación, se acallan. La vida, las plantas, el cosmos entero, parecen ser una repentina ocurrencia fortuita, no de alguien, sino de nada. 

Luego, la familia, invento divino hecho a su imagen y semejanza, se van machacando sin tregua. Los inventores de la cultura tecnológica de hoy, hijos de quienes en Mayo 68, vociferaban pro las calles de París, prohibido prohibir, han conculcado la vida, la mujer, la familia, la tradición, todo lo que nos ha traído hasta aquí, por un "plato de lentejas".

La herencia divina se ha dilapidado. El hombre ha vuelto a elegir, porque es "libre", el "seréis como dioses", y le ha gustado el desempeño de este papel. El resultado de este juego, ha puesto el mundo de cabeza: nada se sostiene como solía. 

La respuesta de Silicon Valley aspira a tener, todavía más, un omnímodo poder, sin sombras de ninguna especie en sus andanzas tecnológicas aunque representen un reto para la seguridad de los países, o para el orden social y económico, o las apreciaciones sobre la verdad.

Sería ingenuo culpar a los avances de la  tecnología como responsables de estas amenazas, como a veces pretenden quienes atacan a los "jovenzuelos de pantalón raído", sin la necesidad de la disciplina de un horario de oficina, de las grandes empresas propulsoras de  nuevas "redes sociales". No es la tecnología desarrollada en las esferas de internet lo que nos preocupa, deberíamos decirles. Son quienes están detrás de todas estas tecnologías, que las programan sin saber lo que es el bien

Detrás de cada decisión hay siempre una persona, por presencia o por omisión. Toda la basura del espacio sideral, es el resultado de las decisiones de alguien o del silencio de muchos expertos que continúan con sus gestas espaciales sin advertir de los excesos de sus conquistas. 

Ocurre lo mismo en los planos debajo de las esferas celestes, donde nosotros nos movemos y ya casi no nos podemos ver, debido a las emisiones de tanta tecnología desplegada en aras de una mejora de la vida. 

¿Qué mejora? ¿En qué dirección o ámbito de la vida se está dando? ¿De quién estamos hablando? Los pobres de la tierra siguen en sus campos ya estériles deambulando sin rumbo por las tierras de sus mayores, sin grandes esperanzad de cambio en su suerte. A cambio de su cooperación en la producción de droga, les suministran armas para su defensa. ¿De quién? Los reyezuelos tribales de antaño, ahora armados, someten a su propia gente para colaborar en sus negocios infames.

Se habla sin cesar de los muros en la frontera de Norte de México con Estados Unidos. Muros de contención en un tiempo donde todo se ha tornado global. Pero, los críticos de estos muros, se olvidan de mirar en la frontera Sur de su país, donde la muerte, la prostitución, el lavado de dinero, la extorsión de las policías, la muerte, es la canción trágica de cada día. 

Los males del capitalismo en donde el hombre explota al hombre se van sustituyendo por los males del socialismo, donde los términos de la explotación se han invertido: ahora es el hombre quien explota al hombre.

El hombre sin la formación adecuada, sin admitir que las "nuevas tecnologías" sin una voluntad decidida de contribuir al bien de la sociedad, empezando por la casa propia, es la locura de la libertad, expoliada del su fin. 

Debemos recuperar el control de nuestras acciones y ser responsables de ellas, no por temor a las consecuencias, sino por principio. Continuar en la carrera sin saber, ni querer saberlo (no hay tiempo para ello) a dónde nos dirigimos, es el resultado de una educación sin miedo al castigo, no por el daño infligido en nuestros iguales, sino porque ya no importa la ofensa a Dios

La creatura ha llegado a ser como Dios. Ya no teme a nada. No importa que nadie se entienda con nadie. Que la explosión puede ocurrir en esos espacios cerrados por el egoísmo de las persona en afán incontrolado de llegar primero, aun a costa de los demás. 

Al fin y al cabo, las teorías nos garantizan el éxito si seguimos progresando con nuestras tecnologías nuevas, a condición de que el mundo entero vaya sujetándose al rigor de su avance inexorable.

Pero, ¿y la vida, la familia, el respeto a los demás? Te dirán: Eso es romanticismo trasnochado. Hay que vivir deprisa y desoyendo las voces de cualquier imposición que frene el progreso. Si la familia estorba, se cambia por otra "fórmula" y así, desentendidos por la vida de una vez por todas, seremos completamente libres, como dioses.




















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